Camino a casa
Es el título que ahora mismo suena, cuando son las ocho y pico y fuera cae el agua a mantas, aunque con el vendaval que tenemos es más probable que la lluvia alcance el punto de nieve y se mezcle con paraguas descompuestos, ya en rigor mortis, metidos a presión en las papeleras de mi preciosa y ventosa ciudad.
Un piano melancólico que recuerda unos ojos mirando a través de la ventana del tren, haciendo memoria de momentos felices pasados que no volverán más que en forma de fotos desvaídas y sepias que arrancarán más de una lágrima; momentos que podían haberse vivido de haber tomado otra dirección y que sólo sirven para atormentar las mentes atribuladas por la inseguridad ante decisiones de calado.
Camino a casa es vuelta al refugio, al calor del hogar, a la manta de sofá que nos abraza y consuela ante cualquier nubarrón gris que se acerque, cuando la lluvia brama en el exterior y el viento la zarandea sin piedad.
Camino a casa es perderse en tus ojos, llegar hasta tu corazón, ese enorme refugio de montaña donde no llega ni la peor ventisca del Himalaya.
Camino a casa es tu mano tendida hacia mí, invitándome a aferrarme a ella como la única, la última tabla de salvación.
Camino a casa es tu voz en mi alma, tu susurro de amor permanente, ese "te amo" que es brisa fresca en mi oído.
Camino a casa es amarte sin reservas ni fronteras, sin muros que contengan mi pasión, sin nada que me desvíe de mi carrera hacia ti.
Camino a casa son tus brazos que me invitan, me rodean, me calientan, me consuelan, me hacen sentir que no hay mal que pueda conmigo.
Camino a casa eres tú, que llegaste a mi vida hace tantos años y parece que nos acabamos de conocer, que nos acabamos de conocer y parece que hace ya tantos años...
Camino a casa es la poesía que me sale por las manos cuando te recuerdo, cuando te veo en mi alma, cuando te siento tan cerca.
Camino a casa son las teclas del piano que no sé tocar pero que suena en mi corazón con melodías inefables.
Camino a casa son mis días contigo, a tu lado, siempre contigo, siempre enamorada, siempre tú.
Un piano melancólico que recuerda unos ojos mirando a través de la ventana del tren, haciendo memoria de momentos felices pasados que no volverán más que en forma de fotos desvaídas y sepias que arrancarán más de una lágrima; momentos que podían haberse vivido de haber tomado otra dirección y que sólo sirven para atormentar las mentes atribuladas por la inseguridad ante decisiones de calado.
Camino a casa es vuelta al refugio, al calor del hogar, a la manta de sofá que nos abraza y consuela ante cualquier nubarrón gris que se acerque, cuando la lluvia brama en el exterior y el viento la zarandea sin piedad.
Camino a casa es perderse en tus ojos, llegar hasta tu corazón, ese enorme refugio de montaña donde no llega ni la peor ventisca del Himalaya.
Camino a casa es tu mano tendida hacia mí, invitándome a aferrarme a ella como la única, la última tabla de salvación.
Camino a casa es tu voz en mi alma, tu susurro de amor permanente, ese "te amo" que es brisa fresca en mi oído.
Camino a casa es amarte sin reservas ni fronteras, sin muros que contengan mi pasión, sin nada que me desvíe de mi carrera hacia ti.
Camino a casa son tus brazos que me invitan, me rodean, me calientan, me consuelan, me hacen sentir que no hay mal que pueda conmigo.
Camino a casa eres tú, que llegaste a mi vida hace tantos años y parece que nos acabamos de conocer, que nos acabamos de conocer y parece que hace ya tantos años...
Camino a casa es la poesía que me sale por las manos cuando te recuerdo, cuando te veo en mi alma, cuando te siento tan cerca.
Camino a casa son las teclas del piano que no sé tocar pero que suena en mi corazón con melodías inefables.
Camino a casa son mis días contigo, a tu lado, siempre contigo, siempre enamorada, siempre tú.
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