Niebla

Es tozuda, cabezota y tiene muy, pero que muy mala idea. Ella se queda mientras yo parto lejos de mi segundo hogar, del lugar donde he pasado inmejorables días, semanas y casi meses.

El autobús me aleja de otro trozo más de mi corazón que se queda atrás, amarrado a las vivencias que generosa me ha regalado Salamanca, pero no sin peaje, ese "dolor por el regreso" (nostalgia lo llamaban los griegos) que siempre punza mi alma cada vez que toca recoger bártulos y retornar a mi casa.

Una vez más, he sido acogida, bendecida y mimada por mi Padre del cielo, para que me dé cuenta de que está relación de profundo y correspondido amor con una tierra tan hermosa en su factura y en sus moradores, es más cosa suya que capricho mío. Sus designios están muy por encima de los míos, su voluntad es la mía y de aquí provienen mis mayores alegrías y aventuras. Bendito aquel día en que le di mi sí incondicional, sin reservas ni rincones oscuros. Bendito el momento en que, concediéndome una de mis más frecuentes peticiones, me enseñó a leer su escritura, esas pistas -a veces casi imperceptibles- que va dejando aquí y allá, para que mis pies pisen firmes y seguros en desconocidos territorios.

Una y mil veces sí y siempre sí. Contigo, mi Dios y Señor, literalmente hasta el fin del mundo en el tiempo y en el espacio.

Vuelvo a casa con las baterías de los sueños con pies en el suelo cargadas a tope. Nada me importan los sinsabores que me puedan estar esperando al doblar la esquina. Como dice el refrán, que me quiten lo bailado, que, además, ha sido con Aquel que solo pretende mi bien en este mundo y en el que me espera.

Mi más reciente proyecto continúa con las velas hinchadas y mi alma henchida por el Espíritu, que sopla donde y cuando quiere. Vamos con rumbo seguro non in altum, sed in altius, donde me espera mi Amor absoluto y verdadero con los abiertos de eternidad en eternidad.

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