Mix diario

Me ha inspirado hoy Spotify con sus sugerencias diarias, esas mezclas de los estilos que habitualmente escucho, artistas desconocidos para mí y alguna que otra pieza conocida. Es una hermosa metáfora de la vida, que nos regala cada día una maravillosa mixtura de todas las emociones habidas y por haber, de caras nuevas y conocidas, pero siempre con la novedad de lo desconocido, de “a ver con qué me sorprende ahora”. Esa es la táctica de Dios para demostrarnos su infinito amor por nosotros: cada mañana, un “mix diario” de casi todo.

La Creación entera es una infinita mezcolanza de colores, sabores, olores, gentes, risas, llantos, preocupaciones y soluciones… Todo ello nos llega por los cinco sentidos y se queda agarrado al corazón hasta que podemos procesarlo, asumirlo y colocarlo en el cajón correspondiente del armario de los recuerdos. Por eso no podemos -no debemos- amargarnos la existencia estando siempre pendientes de que los demás tienen lo que nosotros no tenemos, puesto que cada uno tiene justo aquello que necesita o que es la consecuencia directa de sus decisiones o de sus actos, a veces ni siquiera ha buscado lo que tiene. Los accidentes ocurren y también llegan las enfermedades porque nuestro cuerpo se deteriora inexorablemente con el paso del tiempo. Contra eso no se puede luchar, pero sí podemos decidir el modo de hacerle frente: o con la ayuda inestimable de la fe, que nos hará ver con otros ojos eso que nos está pasando y lo hará más llevadero, dotándole de un sentido porque se asume y se presenta a Dios como ofrenda para que Él lo devuelva convertido en gozo y paz interior; o bien, nos amargamos la existencia pensando en lo mal que estamos, y entonces añadimos una buena cantidad de dolor extra al que ya estamos padeciendo. La opción es nuestra porque Dios nos hizo libres.

Del mismo modo, el mal que existe en el mundo tampoco lo envía Dios; somos nosotros, los seres humanos, quienes con nuestra libertad decidimos no hacer el bien sino todo lo contrario; a veces es la propia naturaleza que desata su fuerza como ha hecho siempre y nos pilla en el camino. El mal provocado por el ser humano es un animal que termina devorándose a sí mismo, y a las guerras me remito. Sin embargo, nunca aprendemos la lección y seguimos pensando que machacar al que no es amigo, o al que piensa diferente a nosotros, o es simplemente distinto, es la mejor opción para no sé qué resultados. Desde que el pecado se asentó en el corazón humano (sí, queridos amigos, el pecado existe y el diablo también), la inclinación a meter la pata se quedó a vivir con nosotros. De ahí vienen todos los conflictos, armados y sin armar, las envidias, el afán de dominio y de sobresalir en todo a costa de lo que sea, etc.

Ya va siendo hora de que despertemos y nos demos cuenta de que la única solución es el amor a todos por igual y sin distinciones. La diferencia es buena para que la Creación luzca en todo su esplendor. El secreto es aprender a vivir con la condición diferente del otro, asumirla y amarla porque forma parte del universo en que nos movemos. Somos únicos e irrepetibles; cada ser humano está en vías de extinción porque, cuando desaparece, ya no hay otro igual que pueda reemplazarlo. Por eso debemos cuidar unos de otros, atendernos, amarnos desde la misma diversidad que nos hace ser tan especiales y tan sumamente queridos por Dios Padre, que nos quiso tanto que envió a su Hijo único al mundo para que nos explicase en persona de qué iba eso de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

He aquí el mix de hoy, real como la vida misma.

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