Mi piano
Se atribuye a Picasso el dicho de cuando llegue la
inspiración, es mejor que te coja trabajando. Pues eso mismo está ocurriendo
ahora. Estaba en otro documento, cuando, de la mano de mi pianista particular,
me ha venido la inspiración para ponerme a escribir. Quizá debería utilizar
otro verbo para lo que hago habitualmente, porque acabo de caer en la cuenta de
que el “qwerty” de mi ordenador forma parte de mi piano propio y exclusivo; sí,
querido lector que me sigues con los ojos ávidos, yo escribo la música con las
teclas de mi portátil. Cada post que escribo, sea donde sea, es una partitura
única y especial; por supuesto que, al ser hija de la misma madre que ya ha
traído al mundo a otras muchísimas melodías literarias de ayer y hoy, se parece
bastante a ellas, otras veces, es más independiente, pero siempre tendrá el “toque
de familia”.
Estoy escuchando ahora mismo “As time goes by”, de la banda
sonora de “Casablanca”. Según el tiempo va pasando, yo voy siendo mayor y mi
experiencia vital va creciendo, a veces en progresión geométrica en comparación
a mi edad cronológica. No sé por qué, pero es un hecho que cada día aprendo más
cosas, tengo los ojos más abiertos y la mente más preparada para empapar todo
lo que llegue hasta ella. El otro día, debatíamos en clase de inglés acerca de
la clase de libros que nos gustaría leer, para darle a la profesora una
orientación a la hora de escoger el próximo libro; una compañera y yo
defendíamos dos posibles géneros literarios: crimen y fantasía, el primero
porque ya estamos habituados a él por las series de televisión que estábamos
viento, y sería más fácil a la hora de comprender lo que leyésemos; el segundo,
porque sería un cambio de registro importante y podría ser también divertido y
más fácil, después de habernos visto “El Señor de los Anillos” en la pasada
Semana Santa. Me preguntaba otro compañero, con tono y cara de asombro, qué había
sacado yo de la lectura de este un libro de fantasía, y me quedé perpleja: ¿qué
me ha aportado “El Señor de los Anillos” a mi vida? “¡No puedes quedarte en la
superficie de lo que estés leyendo, sea lo que sea!”, fue mi respuesta. En toda
obra literaria hay un fondo del que podemos aprender continuamente, ya sea de
fantasía o de cualquier otro género literario. Si algo tiene la vida es
vocación de maestra; nos aporta muchas enseñanzas desde todos los ámbitos que
tocamos -trabajo, ocio, literatura, cine, etc.-, que pueden gustarnos más o
menos, pero ahí están.
Mi piano sigue sonando bajo mis dedos. Confieso que me
encanta el tacto de las teclas bajando a la presión de mis manos, cómo corren y
el sonido que van haciendo. Una de mis tareas pendientes siempre será aprender
a tocar el piano; hoy por hoy, no tengo tiempo material de hacerlo, pero quién
sabe lo que podrá pasar mañana…
Mi piano, mis teclas, mis palabras, mi alma que se muestra y canta a través de mis escritos. La música de mi corazón se va depositando, línea tras línea, y va componiendo lo que es la sinfonía incompleta de mi vida. Aún quedan muchos compases, notas, acordes y ritmos que sonar. Aún me queda mucho por vivir, no sólo a lo largo, sino a lo ancho de todo lo que puedan abarcar mis manos. Le pido a Dios salud y capacidad para seguir haciéndolo. Sé que este don, puro regalo suyo, no es para mí, sino para servicio de los demás; además, es algo imposible de mantenerlo dentro. Si lo hiciera, estallaría en mil pedazos.
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