Endless love

Tranquilidad, que no me voy a poner en plan novela rosa. Quienes ya me conocéis, sabéis que soy romántica pero no cursi. Sin embargo, hoy he sido testigo una vez más del amor sin fin de mi Padre Dios por mí. Sí, una vez más. Y, de nuevo, la canción que suena de fondo le da el título ideal a esta entrada de mi blog.
Esta mañana me han aprobado la asignatura que me quedaba y ya "estoy libre", vuelvo a tener vida privada y casi propia. Ahora viene la segunda parte: recolocar de nuevo horarios y demás menesteres diarios y hacer los correspondientes encajes de bolillos cuando empiecen a torcerse los planes, hasta que pueda comenzar el siguiente ciclo de estudios, Dios mediante, en septiembre próximo.
Suena ahora el piano en mi casa, en mi alma y en mi corazón. "Papa, can you hear me?" Una maravillosa canción-oración de la Streisand que siempre me ha tocado lo más hondo de mi ser. Máxime hoy, cuando el vacío de mi padre es tan, tan inmenso, tan oscuro y profundo que las lágrimas no paran de salir hasta impedirme leer la pantalla. Papá, ¿puedes verme? ¿Puedes ver cómo tu pequeña va consiguiendo sus sueños, tus sueños? ¿Ves cómo puedo llegar más allá? Aún te recuerdo en el hospital, cuando yo volvía de hacer un examen y te contaba lo bien que me había salido o lo que me gustaba este profesor o esa asignatura; tus ojos grandes, abiertos, azules como el mar, y tu sonrisa y ese orgullo de padre que se te salía por todas partes... ¡Cuánto te amo, papá! No te veo, pero no me hace falta verte, te siento cada vez más cerca, en casi todas partes a donde voy porque eres ya parte integrante de mí. Sigues cuidando de mí, como siempre lo has hecho, pero ahora soy más consciente de ello. Fíjate la "casualidad" de hoy, que apareciera esa concreta fecha, con todas las posibilidades que había y que haya sido justamente ésa, ésa y no otra. También tu amor por mí es sin fin, igual que el mío por ti, ahora y siempre.
Como sin fin, sin espacio y sin tiempo, inconmensurable, indescriptible y absoluto es el tuyo, Padre Dios, por mí, inmerecedora de tal regalo porque, como escribía San Pablo, siempre hago el mal que no quiero hacer y el bien que quiero hacer es justo el que no hago. Sí, Dios, soy santa, pero a tiempo parcial. Y aún así, con todos mis fallos, mis carencias y mis meteduras de pata, me haces regalos como los de hoy, cuando se me han abierto aún más los ojos con el milagro de tu Iglesia, sí, tan denostada, maltratada y, sobre todo, desconocida para casi todo el mundo. Gracias por ese milagro, ese misterio que nos regala tu gracia, tu amor y nos lleva hasta Ti.
Un capítulo del libro se ha terminado. Otro comenzará dentro de un tiempo, siempre con la ayuda de Dios, que consigue que las cosas acaben siempre de modo redondo, como las buenas sinfonías, con todos los instrumentos sonando de modo armónico, aunque cada uno tenga una partitura distinta. Una buena metáfora esta para explicar qué es la Iglesia, la sinfonía del amor loco de Dios por sus criaturas; con algún desafine que otro, pero se trata de ensayar y ensayar, de caer y de levantarse de nuevo. El director de la orquesta tiene una infinita paciencia para ayudarnos a tocar nuestra melodía cada vez mejor.
Se termina ya hoy, al menos para mí. Ya va entrando el sueño y el estómago dice que lleva mucho tiempo sin entretenerse con nada. Yo, por primera vez en muchos meses, me iré a la cama sin pensar en todo lo que tengo que estudiar mañana. However, I've just started a new project...

Comentarios

Entradas populares