Una pregunta directa

Esta mañana me han hecho una pregunta tan directa, que me ha dado en toda la mandíbula, dejándome fuera de combate. Me he examinado de "Cristología". Sí, del "Tratado sobre Cristo" y también sobre lo que es y significa la Redención hecha por el Hijo de Dios de una vez y para siempre. La última de las preguntas ha sido qué ha supuesto para mí el estudio de esta asignatura, aparte del ámbito académico. Me he quedado casi en shock y le he dicho que esto "me va a traer problemas". La cara de marciano de D. Enrique, mi profesor, ha sido un poema y a duras penas he conseguido explicar semejante salida.
Ya de vuelta en casa, esta tarde me he acercado a participar en la Eucaristía en un Convento cercano a mi casa. Allí está siempre expuesto el Santísimo Sacramento, mirándote fijamente cuando entras, esperando a que le digas algo o a que le dejes hablar a Él.
La dichosa preguntita seguía rondando en mi mente y, como no ha podido ser de otro modo, le he dejado hablar a Él. He tomado mi teléfono móvil y me he puesto a escribir al dictado de mi corazón. Transcribo a continuación el resultado, que, de paso, ha sido mi oración:
"Por eso es, porque queremos achicar a Dios y hacerlo a nuestra medida, mirarle tan a los ojos que le despojamos de su divinidad y así no llegar a temerle ni a sentirnos tan culpables por ser como somos.
Pero en el pecado está nuestra penitencia: como siempre, Tú sabes más y te nos adelantaste. Enviaste a tu Hijo para que se hiciera carne mortal y poder aprender a vivir entre nosotros, a ser uno más. De este modo, desde nuestra poquedad nos conociste mejor y supiste lo que es amar con un corazón de hombre, reír con ganas, jugar, abrazar a tu madre, llorar porque se te ha muerto tu padre o uno de tus mejores amigos.He dicho penitencia, sí. Porque al hacerte como nosotros, ya no nos resulta fácil mirarte a los ojos, pues sabemos que has pasado por lo mismo y nos has demostrado que hay un camino posible, que podemos alcanzar la vida definitiva si nos acomodamos de una vez a la voluntad de Aquel que nos creó. Porque, si el Creador es el Amor absoluto y nos hizo a su imagen y semejanza, hemos de parecernos a Él precisamente en el amor, en reconocerle en el hermano y en percibir al prójimo como la tierra sagrada que es, igual a mí porque es tan hijo tuyo -y, por tanto, hermano- como lo soy yo. Mirarte a los ojos me hace caer en la cuenta del barro del que estoy hecha, de la necesidad que tengo de tu redención gratuita.Ser consciente de está realidad con una claridad tan meridiana no puede traerme sino "problemas", porque desde que sé esto, desde que lo estoy asimilando en mi mente y en mi corazón, me doy cuenta de que debo cambiar cosas en mi vida y de que ya nada volverá a ser como antes, ni siquiera yo.He aprendido muchas cosas en el ámbito académico-teológico, pero infinitas más acerca de mi condición de hija de Dios redimida por Cristo. Y esto no sale gratis...."

Comentarios

Entradas populares