La asombrosa realidad

Y es que es así. Asombrosa. Y también hermosa, preciosa y otras cosas que también terminan en "osa". Cada día, cada instante me arranca la expresión infantil ante la maravilla del milagro que se me concede porque sí, porque al Creador le da la real de la gana de demostrarme así su inmenso y absoluto amor, su palpable y clara debilidad por mí.
Se termina ya la Semana Santa, hoy es Domingo de Resurrección y mañana, Dios mediante, vuelvo a mi despacho, a abrir la agenda (que ya he espiado hoy) que está cargada hasta arriba de citas y temas pendientes.
Han sido días breves pero intensos, muy intensos. Me atrevería a firmar que más que otros años; si a cada día le basta su afán y no hay dos iguales, bien puede ocurrir lo mismo con la Semana Santa. He tenido tiempo para muchísimas cosas, pero sobre todo para pararme conmigo misma, pensar, valorar y reflexionar acerca de mi situación actual y de mi futuro inmediato y no tan cercano.
Hay una frase que me encantó la primera vez que la leí: "¿Qué tomas para ser tan feliz? ¡Decisiones!" y de nuevo la he hecho realidad. Un buen amigo me dijo una vez que los "noes" que des ahora te permitirán dar los "síes" que quieres dar, y creo que tiene razón y que es bueno soltar el lastre que suponen algunas actuaciones "políticamente correctas" que no sólo no aportan nada, sino todo lo contrario. Si la Cuaresma es tiempo de podar actitudes que no nos llevan a ningún lado y pueden, incluso, ser dañinas para nosotros mismos, la Pascua es el momento de la liberación, de marcar ese punto de inflexión puntual que nos lleva a decir a determinadas opciones un educado "no, gracias" y continuar con nuestro propio camino, libres de injerencias ajenas y de malos consejos. Ya vendrán las tentaciones de nuevo, pero lo harán de otro modo y espero, con la ayuda de mi Angelillo particular, descubrirlas a tiempo para no caer en los mismos errores del pasado; "equivócate, pero que sean errores nuevos", me dijo una vez una gran mujer y, por Dios, que es más verdad que el pan.
Y aquí estoy, volviendo a escribir en mi blog, con mi dulce bossa animando mis dedos y con mi característica y casi perenne sonrisa en la cara. Adoro escribir, adoro las teclas, me encanta ir con el corazón en la pancarta y decirle al mundo entero todo aquello que me hace la más feliz de las mujeres en cada momento. Hay quienes se ríen de mi, otros me regañan porque -dicen- eso no es bueno. Puede ser, pero no pienso dejar de ser como soy; lo siento, es lo que hay y lo que va a haber siempre. Ya tomé esa decisión hace años y fue de las mejores. A partir de ahora, voy a comenzar con las siguientes, espero tener idénticos o mejores resultados.

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