Magia en Navidad

Acabo de ver una película típica de estas fechas: comedia romántica ambientada en la navidad, dentro del esquema clásico: chica enamorada de la navidad conoce a chico que detesta esta fiesta porque sufrió un trauma infantil que aún no ha superado. El resultado es el esperado: tras mucho esfuerzo y más edulcorante e-nosecuantos, la chica consigue convencer al chico (del que, por cierto, se ha enamorado) y los dos celebran juntos la "magia de la navidad". Para rematar el final de tan edulcorado especimen fílmico, una explicación de esa magia especial: "parece como si se encendieran a la vez todas las lucecitas navideñas del mundo". El desquicie ha sido ver en facebook una publicación de un selfie de tres chicas con el cartel: "Celebrando el nacimiento de Papá Noel". Sin comentarios.
En fin... patatas en latín, como dice un amigo mío. Primero, para los que me conocéis de verdad, una aclaración: no he cometido ninguna falta de ortografía al escribir navidad con minúscula porque es así. Reducirla a lucecitas y adornos navideños, a organdí y superficialidades ñoñas es síntoma de que no se conoce su verdadera esencia, su "porqué" y, en consecuencia, su "para qué".
Es una pena que hayamos consentido (y de eso debemos acusarnos todos, creyentes y no creyentes) que lo comercial prime sobre lo humano, y a las pruebas me remito: ayer, día de Nochebuena, salí por la mañana a hacer un par de recados y me encontré con una marea humana que iba corriendo de un lado a otro, como pollos sin cabeza, hablando por los móviles y con una cara de desesperación, cuando no de enfado, que me hacían plantearme si de verdad se acercaba la Navidad y, lo que es más importante, me preguntaba qué entienden esas personas por celebrar la Navidad, la buena, la de las mayúsculas.
Navidad es celebrar un acontecimiento que ocurrió en el año 752 de la fundación de Roma, cuando Octavio Augusto llevaba más de cuarenta años gobernando Roma, es decir, casi todo el mundo conocido entonces, donde reinaba la "Pax Augusta" (llamada así en su honor), Dios se hizo hombre y nació en Belén de Judá, cumpliendo así la profecía de Miqueas. Éste -y no otro- es el hecho que celebramos en la Navidad (que viene de "Natividad", es decir, nacimiento). Que el que creó el universo entero se hizo carne mortal y con ello demostró que la "sin-medida" de Dios no sólo es infinitud, sino absoluta imposibilidad de ser medido ni por grandeza, ni por pequeñez. Adoptó la carne mortal para encontrarse cara a cara con el ser humano y así comprender aún mejor a su propia creatura.
La "magia" que existe en Navidad no es tal, sino la mayor de las realidades, tan incomprensible para nuestras limitadas inteligencias que la intentamos minimizar con esos oropeles innecesarios, con esos brillos y lentejuelas que deslumbran los ojos de la cara, pero que no consiguen iluminar ni un ápice los corazones oscurecidos y habitados por la tristeza.
En Navidad no se celebra la magia de sentirse feliz porque sí, ni tampoco existe un ambiente especial que nos haga más receptivos a lo que necesite el otro (y me remito a las cenas familiares, donde siempre hay alguien que saca los pies del tiesto), sino que en Navidad se celebra que el Hijo de Dios decidió pasar por la tierra haciendo el bien y liberando a los que estaban esclavizados por el pecado, que no era otra cosa que el egoísmo del corazón y la estrechez de miras ante el milagro que supone el ser humano en sí mismo. Dice Isaías que el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande: ésa es la alegría de la Navidad, que Jesucristo -Luz verdadera- vino en persona para explicarnos el Amor infinito de Dios por nosotros; se hizo "uno de tantos", como dice San Pablo, para no escaquearse de ninguna de las dificultades por las que pasaban en su tiempo los hombres y así enseñarnos mejor el camino que lleva hasta la felicidad absoluta que es el Amor de Dios.
¿Magia en Navidad? No. Realidad pura del Amor de Dios-con-nosotros. La Encarnación del Hijo de Dios, que llegó a Belén y decidió hacerlo en una familia, el mejor invento de Dios para los hombres: ese lugar donde todo es gratis, porque todo es desinteresado y puro amor de unos por otros, aceptados tal y como son, y a pesar de como somos.
Feliz Navidad.

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