Una vez más

Una vez más (y van...) comienzo a escribir sin poner título. Ya se me ocurrirá algo. Sin embargo, estoy percatándome de un detalle que tiene su importancia: veo perfectamente las letras y tengo las gafas de leer puestas. ¡Ay, Dolores, que se te va notando ya! Es cierto, una va para mayor y el cuerpo va parejo a la edad, no así la mente, que cada día está más ágil y más juvenil (aunque no joven).
No hace mucho tiempo, un amigo me decía que ojalá tuviese ahora veinte años y conciencia de lo vivido... Pues yo disiento.
Tengo ya una edad, es cierto. Nací en 1966 y soy consciente de mis límites físicos a nivel de ejercicio y también de salidas nocturnas. Tengo ya bastante vivido y guardado en mi mochila, casi todo bueno porque lo malo, como ya he dicho en otras ocasiones, termina en la incineradora de malos recuerdos y pasa a modo cenizas.
Estoy escuchando música, como siempre, y es de la Streisand, pero en versión piano: "People". Una de las canciones más preciosas que le he oído a esta genial mujer. Gente que ama a la gente, que lucha por la gente, que siente con la gente y por la gente. Gente buena que me encuentro cada mañana y por la que doy siempre gracias a Dios. Personas que ni me imaginaba que algún día estarían en mi vida y ahí siguen, perennes porque forman ya parte de mi alma. Otras, sin embargo, llevan fuera mucho tiempo y algunas ni siquiera son conscientes de ello, pero ahí están y ahí se quedarán porque...
Somos y nos relacionamos entre nosotros porque somos y estamos hechos para otros; no podemos ser felices islas solitarias y desiertas, porque la soledad no suele traer felicidad verdadera. Por supuesto que cualquiera es capaz de construirse un mundo súper-feliz con toda clase de comodidades e incluso sustituir la compañía de otro ser humano por una mascota que le dé compañía, porque conversación dan más bien poca (aunque si no se quiere discutir, sí que es una ventaja).
Cada vez se hacen más difíciles las relaciones porque cada vez nos aislamos más en nuestras propias manías. Los griegos, para referirse a lo particular utilizaban el plural colectivo "ta idia". Un "idiota" era un individuo particular, aislado, y en latín ya pasó a ser un insulto, hasta nuestros días. No me parece una buena idea aislarse del mundo y, como resulta que nadie piensa exactamente como yo, todos están equivocados. Mala opción quien se defina así con vistas al futuro, mala, muy mala idea.
Personalmente, estoy descubriendo lugares y, sobre todo, personas nuevas, jóvenes, medianas y mayores, que me están aportando una infinidad de conocimientos y de vivencias, todas buenas, a cual mejor, diría yo, que me enriquecen cada día. Me importa poco si piensan igual que yo, puesto que todos nos respetamos y somos capaces de hablar y, sobre todo, de reír juntos y mucho.
Conocer personas, conocer vida y compartir alegría y amor con todo el que me rodea es mi principal oficio y afición, es mi modo de ser. Los que me conocen en persona lo saben, porque siempre que llegan a mi casa o a mi despacho lo primero que ven es mi sonrisa. Después, el brillo de mis ojos, que refleja lo que rebosa mi corazón: el amor por cada una de las criaturas que pueblan mi existencia (las conozca o no) y que son, todas y cada una, un puro milagro de Dios, que me lleva a darle gracias por estar viva.

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