La pieza

"Tarde o temprano todas las piezas acaban encajando. Hasta entonces, ríete de la confusión, vive el momento y entiende que todo sucede por algún motivo"
Esta frase acabo de leerla en una salutación matinal de una muy buena amiga. Tiene toda la razón. Mi vida ahora se puede resumir en ese propósito, rezado desde lo más hondo del corazón cada mañana al despertar. El puzzle es inmenso, infinito como el amor que siento en mi corazón y como es el que él siente por mí, pero cada día me llega una pieza nueva que hay que encajar con delicadeza y suavidad, sin martillos ni lubricantes.
Conforme pasa el día, miles de sucesos me distraen de la preocupación principal, pero todos la evocan de uno u otro modo, de forma que es algo que siempre está presente en mi mente y en mi co-razón, cómo colocar la pieza, cuál es su color a ver si así obtengo alguna pieza para encontrar su sitio... Nada, que no, que no hay manera...
Sigue la tarde, y yo a vueltas con ella, hasta que llega un momento, justo cuando cae la noche y yo con ella, que llega la inspiración en forma de hueco especial, con el contorno preciso para que, como un guante, por fin se acomode esa nueva pieza... Y mañana, otra más.
Y así va mi vida, jamás se repite, jamás me aburro con ella, con mil distracciones que me invaden todos los sentidos e intentan disuadirme de mi propósito del momento, pero que no lo consiguen por más que se afanen en ello.
Piezas, piezas y piezas que no entendemos, porque no somos capaces de alejarnos para conseguir la visión de conjunto que nos ayude a encontrar los huecos necesarios para cada una de ellas. Somos de tal manera que a menudo creemos que acercándonos lo veremos más claro, cuando suele ser todo lo contrario, como cuando nos colocamos frente a un cuadro en una exposición. La perspectiva siempre es esencial para poder comprender el conjunto, para darnos ese punto de vista preciso para hacernos un juicio de la situación.
En el cuadro de mi vida, ahora, precisamente ahora, hay un verdadero galimatías de colores, contornos y fondos, que parecen sin sentido, mil preguntas de causas, "por qués", "cómos" y "por qué ahoras", demasiado cerca del lienzo para ver el contexto, pero tengo tanto acumulado detrás que no puedo dar ni un paso para tomar perspectiva; hoy por hoy, la vida me lleva en volandas y no me da tiempo a colocar una pieza cuando ya tengo tres esperando. Tiempo de tribulación, que decía Santa Teresa, y en ese tiempo es mejor "no hacer mudanza", sino, como dice la frase primera: reírme de la confusión, sentarme en el suelo con una gran sonrisa en la cara y mirar al cielo para decirle: "Tú verás, cómo salimos de este lío... ¡que a mí me da la risa!".

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