Nobody's perfect!

Ahora mismo canta Rod Stewart que me da su corazón y lo mejor de su amor, con una melodía de esas sencillas, pura simplicidad, pero que te balancea el alma a su ritmo. Se acerca la hora de salir del trabajo y mi mente ya no da para más, se hace pesada, espesa, casi brumosa y no sé si es porque ya está pidiendo repostaje o porque a estas alturas del mes los exámenes se ven tan, tan cerca, que ya no hay ni lugar para el agobio porque ya da lo mismo.
Hay veces en que la vida viene corriendo detrás de ti, que voy caminando, tan tranquila, contemplando ese bello mundo que me rodea y al que siempre le canto, y, ¡zas! de un empujón me agarra por la cintura y me lleva en volandas a una velocidad tal, que mi pelo al viento alienta el miedo ante un frenazo repentino que podría provocarme serias averías técnicas de caerme al suelo.
Pero la cosa no se queda ahí, ni muchísimo menos, la cosa empeora y, en esta ocasión, con alevosía, mala idea y anunciando que esto no ha hecho más que empezar, que este escalón que ahora se pone delante de mí no es sólo un camino empinado para subir con ayuda de mis manos y mis pies, no. Esto tiene pinta de escalada, para mí, que tengo fobia a las alturas, sin arnés ni mosquetones, ni ningún elemento de seguridad de esos que usan los profesionales. Vamos a ir a pelo...
Pero no sabe bien la vida con quién se está jugando los cuartos; no tiene ni la más remota idea de que yo, ni ahora ni nunca, estaré sola. Jamás. Sé de quién me fío y hasta dónde llegan mis fuerzas, que es justo donde empiezan las suyas, esas que me arrebatan bruscamente de las garras de esa vida que me empuja como un violento torrente, y me sientan en sus hombros para que vea mejor el paisaje, el horizonte que se abre ante mí, listo para ser contemplado, amado y disfrutado.
Voy en sus hombros y no tengo miedo a las alturas, porque también sé que evitará que me caiga. Si me dejo llevar, no daré con mis huesos en el suelo jamás. ¿Que la que se me viene encima es difícil? Sí. ¿Que voy a tener que volver a cambiar cosas en mi vida? Sin duda. ¿Que mi puzzle vital tiene cada vez más piezas para encajar y a ver dónde las pongo? También. Pero no tengo miedo, y con eso ya llevo ganado muchísimo del camino.
Afrontar la vida tal como viene, cada desafío que llega (y que no suelen ser de uno en uno, sino varios a la vez para que tenga más emoción la cosa), es un auténtico arte. Y ahí ya llevo bastantes tablas y experiencias vividas y aprendidas. Cierto es que nunca ocurren las cosas de la misma manera, pero también es verdad también que yo no soy la misma de siempre, que cada día soy nueva, a estrenar. Las arrugas que ya van poblando mi piel sólo indican los años de experiencia vital, como los anillos de los árboles; nada más que eso. No soy vieja de alma, no puedo permitirme ese lujo, que en realidad no es tal. Mi alma está en perfecto estado de revista: vital, joven, con una ilusión increíble ante el futuro que se me pone delante, con los obstáculos que vengan y que puedan surgir hoy, mañana y cuando venga bien. Estoy dispuesta a pagar el precio por ser feliz aquí y ahora y también por hacer todo lo posible para que aquellos que me rodean y que forman mi familia (con y sin adn) sean todo lo felices que sean capaces de ser. Me dejo la piel en ello cada día. Nos veamos más o menos entre nosotros, siempre están presentes en mi oración diaria: todos y cada uno de ellos son parte de mi felicidad propia, saber que están bien, o que, al menos, sortean con garbo los embistes y embustes de la vida, ya me sirve. No soy de las que agobian preguntando constantemente; ya me buscarán cuando me necesiten, siempre lo han hecho hasta ahora. Igual que yo hago con ellos.
Sabemos que estamos ahí, pase y pese lo que pese o pase. Siempre unidos, siempre familia. Con ese amor bueno, fuerte, robusto, invisible y juguetón que sentimos y que nos hace reírnos tanto cuando coincidimos en algún sitio, habitualmente alrededor de buenas viandas y mejor bebida. Pero siempre, absolutamente siempre, en la mejor compañía posible, que es la nuestra, la que nos regalamos unos a otros.
Estoy terminando y me acabo de dar cuenta de que no he puesto título. Y no se me ocurre ninguno. En fin, nadie es perfecto, ¿no creéis?

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