Fin de vacaciones (por ahora)
And I love her, canción de los Beatles en versión de Jack Jezzro que suena ahora mismo y me ha traído a la Musa, que andaba un tanto distraída en estos días de verano recién estrenado. Días en los que he vivido absolutamente de todo entre idas, venidas y pernoctas hospitalarias que han aportado experiencias de todos colores y casi sabores en mi vida; días en los que todo se ha mezclado hasta el punto de no tener claro ni el día ni la hora que era, pero en los que he conocido el verdadero alcance de lo que significa ser familia.
Hoy es viernes, se termina el mes de junio y con él mis primeras vacaciones. El lunes estreno mes y vuelta al despacho, a ver lo que se ha acumulado en estos días. No sé si ir con casco y escudo, por lo que me pueda encontrar. Pero seguro que no llegará la sangre al río, porque sé de quién me he fiado cuando encomendé mis tareas a un buen compañero, que llegará a ser un fuera de serie si continúa como hasta ahora.
Se van las vacaciones como el agua entre los dedos, rápida e inexorablemente, pero eso no evita que se queden húmedas, con un reducto líquido impregnado en ellas; del mismo modo estas dos semanas han marcado mi alma y mi vida para los restos. La unión entre los hermanos se ha fortalecido sobremanera y también entre padres e hijos; a veces ocurre así, otras -por desgracia- es todo lo contrario.
Hoy miro hacia atrás, y me parece que han pasado meses desde que cerré mi despacho, contenta por iniciar un tiempo para preparar mis exámenes y para poder descansar; sin embargo, la vida vino por otro sitio y tocó cambiar la zona de estudio de casa por el pasillo de una planta de hospital; allí, camino arriba y camino abajo, iba estudiando al modo peripatético, en una mezcla de oración y de memorización que, gracias a Dios, ha dado un magnífico resultado. Ya queda esperar a los de septiembre, a ver si termino el curso justo para empezar el siguiente. Dios dirá, que es quien me lleva la agenda y quien se encarga de todo ello.
También se terminó la estancia en el hospital y parece que poco a poco la cosa va volviendo a su ser, sin prisa pero sin pausa o, como suelo decir, despacito pero con muy buena letra. También será Dios quien responda de este particular; él y el que ha sido protagonista del lío, mi bendito padre, que ya lo cuenta riéndose y gastando bromas sobre el tema, como no puede ser de otra forma tratándose de él.
Y ahora, ya es viernes y casi hora de comer. Esta comida va a ser especial porque es el último día de vacaciones: un buen aperitivo que ya estoy diseñando en mi preciosa cabecita y luego, ya veremos, algo fresco que sirva para estos días de calor, aunque tengo que decir que esta semana se está portando estupendamente el clima y firmaría estos días para todo lo que nos queda de verano.
Suena ahora Will you still love me tomorrow?, pues claro que te voy a amar mañana, pasado y todos los siempres, ¿cómo no voy a querer al que me cuida a cada instante? ¿a quien se encarga de que todas las piezas del puzzle de mi vida encajen como un guante? ¿a quien me abre las entendederas y las explicaderas para que pase holgadamente los exámenes?
Te contesto con otra canción, esta vez de mi querida y añorada Whitney Houston: I will always love you.
Hoy es viernes, se termina el mes de junio y con él mis primeras vacaciones. El lunes estreno mes y vuelta al despacho, a ver lo que se ha acumulado en estos días. No sé si ir con casco y escudo, por lo que me pueda encontrar. Pero seguro que no llegará la sangre al río, porque sé de quién me he fiado cuando encomendé mis tareas a un buen compañero, que llegará a ser un fuera de serie si continúa como hasta ahora.
Se van las vacaciones como el agua entre los dedos, rápida e inexorablemente, pero eso no evita que se queden húmedas, con un reducto líquido impregnado en ellas; del mismo modo estas dos semanas han marcado mi alma y mi vida para los restos. La unión entre los hermanos se ha fortalecido sobremanera y también entre padres e hijos; a veces ocurre así, otras -por desgracia- es todo lo contrario.
Hoy miro hacia atrás, y me parece que han pasado meses desde que cerré mi despacho, contenta por iniciar un tiempo para preparar mis exámenes y para poder descansar; sin embargo, la vida vino por otro sitio y tocó cambiar la zona de estudio de casa por el pasillo de una planta de hospital; allí, camino arriba y camino abajo, iba estudiando al modo peripatético, en una mezcla de oración y de memorización que, gracias a Dios, ha dado un magnífico resultado. Ya queda esperar a los de septiembre, a ver si termino el curso justo para empezar el siguiente. Dios dirá, que es quien me lleva la agenda y quien se encarga de todo ello.
También se terminó la estancia en el hospital y parece que poco a poco la cosa va volviendo a su ser, sin prisa pero sin pausa o, como suelo decir, despacito pero con muy buena letra. También será Dios quien responda de este particular; él y el que ha sido protagonista del lío, mi bendito padre, que ya lo cuenta riéndose y gastando bromas sobre el tema, como no puede ser de otra forma tratándose de él.
Y ahora, ya es viernes y casi hora de comer. Esta comida va a ser especial porque es el último día de vacaciones: un buen aperitivo que ya estoy diseñando en mi preciosa cabecita y luego, ya veremos, algo fresco que sirva para estos días de calor, aunque tengo que decir que esta semana se está portando estupendamente el clima y firmaría estos días para todo lo que nos queda de verano.
Suena ahora Will you still love me tomorrow?, pues claro que te voy a amar mañana, pasado y todos los siempres, ¿cómo no voy a querer al que me cuida a cada instante? ¿a quien se encarga de que todas las piezas del puzzle de mi vida encajen como un guante? ¿a quien me abre las entendederas y las explicaderas para que pase holgadamente los exámenes?
Te contesto con otra canción, esta vez de mi querida y añorada Whitney Houston: I will always love you.
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