Over the rainbow

Allí, donde nada malo me puede suceder, donde los cielos son azules y los sueños que me atreva a soñar se harán realidad, allí me gustaría estar ahora mismo. Jamás deseé bajo ninguna estrella nada, jamás tuve más ilusión que la de ser feliz con alguien al lado, y parece que ese deseo fue el peor de todos los que tuve, porque sólo quedan cenizas de mis ideales príncipes, que no eran más que paja que arrebató el viento y que ardió, presa de la desesperación más absoluta.
Que nadie se asuste, no estoy depresiva, ni siquiera triste. Este mes de abril me ha traído un millón de recuerdos de años pasados, en vez de lluvias mil; recuerdos agolpados, enmarañados, hechos trizas unos con otros hasta formar una ingente masa que no consigue salir por mi diminutos lacrimales, pero todo se andará, todo llegará y sé que no es cosa sólo mía.
La mañana iba tranquila hasta que se torció hace ya un buen rato con una presencia siniestra e inevitable de un perturbador de la paz, y desde ese instante, ha ido todo un poco más de cráneo de lo habitual: no me he podido concentrar en el estudio y eso tendrá como consecuencia que mañana me tocará trabajar el doble, pero no me viene largo porque estoy acostumbrada a que todo se me vuelva mucho más difícil de lo estrictamente necesario.
Lo que sí ocurre es que se van las posibles concentraciones posteriores, porque ya te quedas "soliviantada", como decía mi abuela, y eso no es bueno porque descentra, acelera y lleva a un vértigo que termina en un único lugar: las ganas de gritar a pleno pulmón o las de salir corriendo a la calle, para que me dé el aire... Ni una ni otra pueden ser ahora mismo, así que me toca escribir, la válvula de escape que me queda por ahora, y aquí estoy: vertiendo palabras, creo que incongruentes, pero altamente expresivas de lo que habita ahora mismo mi ánimo, que no mi corazón, donde no hay lugar para la desesperación ni la ira.
Ya va pasando el "arranque" y poco a poco, con la inestimable ayuda de Josh Groban y un precioso trabajo con bandas sonoras que puebla ahora mismo mi espacio.
Es curioso cómo podemos pasar página, rehacer el camino, emprender una aventura nueva y que vengan cenizas del pasado a enturbiar el aire que respiramos. Han sido días extraños los de esta Semana Santa, pues se ha mezclado el gozo y la alegría de la celebración, la profundidad de los oficios de jueves y viernes, con la amargura de los malos recuerdos que, por una vez, han salido de su tumba, como aquellos que también salieron el día que el Hijo de Dios murió clavado a una cruz.
Pero no es nada que tenga importancia, y menos aún a lo que haya de dársela. Todo lo contrario; sólo son una anécdota que me han hecho ser más consciente de mi sitio en el mundo, de que ya no soy la de antes, de que estoy erguida en mis cimientos y sigo siendo ese faro que soporta el embate del viento y de las olas, impertérrita por más que intenten minarme algunos que muestran su perplejidad porque que sea capaz de haber emprendido estudios universitarios a mis años y pongan en duda mi capacidad de aprender e intenten maniobras pretéritas de engaños perfectamente visibles.
Dice el Sr. Groban que nunca caminaré sola y ahí está mi fuerza, en que sé que no estoy ni estaré sola jamás. Me acompaña mi fe en Dios y en mí misma, conocedora de mi condición de hija de Dios, que es mi mayor orgullo y causa de gozo; soy una mujer de recién estrenados años, con mucho que hacer por delante y con toda una vida por vivir. Aún me queda mucha lata que dar en esta bendita tierra que pisan mis tacones, por más difícil que intenten ponérmelo algunos.
Over the rainbow todo será de color de rosa, pero aquí, en mi vida, tengo muchos más colores que la hacen esplendorosamente bella y completa.

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