Percusión

Es la música de hoy, la que llevo escuchando desde poco antes de las once de la mañana. Percusión continua del agua sobre mi cancela. Sin pausa alguna, tampoco tiene prisa, pero sí tiene constancia y ritmo, de ahí que esta tarde no haya puesto nada de música en mi casa. No me hace falta porque ya me la regalan las nubes que hoy están haciendo casi horas extra.
Gracias a Dios, el viento ha parado y ya es lluvia pura y dura la que está cayendo fuera. Mientras tanto, yo estoy en mi sillón, con mi brasero, mi faldilla y mi traje de maruja en casa. Feliz, absolutamente feliz de la vida después de un buen rato de exprimir neuronas, hasta que me han dicho que lo dejara ya por hoy, que ya había bastante desgaste y que ahora tocaba distraerse un poco.
Y aquí estamos, con mi diversión favorita que es escribir. Hoy está siendo un día muy especial, sobre todo, por la tranquilidad que me está reportando: mañana de tareas de hogar, de poner mi casa como una patena, colada en primera fase (mañana tocará la otra) y, como guinda, un excelente pollo al curry compartido y bien regado en casa de mi hermana pequeña. Conversaciones profundas de almas unidas para siempre y consejos dados y bien recibidos por parte de ambas. Relax, voces quedas y risas también, como no podía ser de otra forma.
Una película de sobremesa y, después, me ha reclamado mi deber principal: los estudios. Vuelta a casa bajo la lluvia, que repiqueteaba esta vez sobre mi paraguas. En casa me esperaba mi compañero de vida: el silencio, sólo roto por la lluvia que caía fuera. Pero un silencio que me abraza, me saluda cuando llego y se sienta a mi lado a ver qué estoy haciendo. Me transmite paz, me relaja, me tranquiliza, me hace respirar hondo y caer en la cuenta de que sigue a mi lado, de todos los regalos que hoy he tenido hasta ahora, de cuánto me quiere mi Padre Dios y cómo me lo demuestra cada día.
Ahora mismo no sólo suena mi cancela, sino los desagües de las casas cayendo a chorros por la calle. Bendita lluvia, tan necesaria y tan escasa últimamente. Belleza nueva para mi ciudad, que luce continuos reflejos de cielo en el suelo. Ayer anduve por las lonjas de mi preciosa Catedral y, a pesar de que no llovía, la humedad rezumaba las piedras y había incluso verdín en algunos rincones más umbríos. Bendito regalo de Dios en forma de agua para los campos, que se transformará en vida futura.
Bendita semana que ya se termina; semana de descubrimientos importantes para mi vida; semana en que han pasado más páginas que han supuesto más liberaciones para mi vida futura, más horizontes, más aire limpio, más aventuras por venir...
Bendita vida mía esta que me ha regalado el Señor, que me hace cantar siempre con el Salmo que Él ha estado grande conmigo y estoy alegre.

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