Espejismos

Pasan con demasiada frecuencia. Se meten en mi mente y me enredan hasta el punto de casi creerme lo que en realidad es fruto de mi poderosa imaginación. Esas ideas que te surgen a partir de una ocurrencia y que, cuando las dejas crecer a su libre albedrío, ya han construido un mundo habitado y con civilización propia, pero con tan poca base como el humo que sale de un cigarrillo encendido.
Futuribles con los que uno se ilusiona de tal manera, que pone en ellos mucha más energía no ya de la necesaria, sino de la conveniente y que luego producen unas tremendas decepciones porque, como suele ocurrir para todo lo que no tiene cimientos, se caen como los planes de la lechera del cuento.
Muchos problemas en las relaciones personales vienen por ahí, por las expectativas que nosotros mismos nos construimos sobre el otro, sin querer darnos cuenta de que el otro, precisamente por ser otro, no es como nosotros queremos que sea. Es distinto, ni mejor, ni peor, sólo distinto, ni más ni menos. Diferente en todos y cada uno de sus cromosomas, ideas, pensamientos, creencias, criterios y modos de ver y concebir las cosas.
Y justo ahí, en la diferencia, es donde está la grandeza de las relaciones humanas. No concibo nada más gratificante que una conversación con alguien que no piensa como yo; cómo crecemos los dos, cómo nos enriquecemos con las distintas perspectivas a la hora de abordar los problemas. Porque así es como de verdad se mejora nuestro ser persona, el diálogo verdadero es la herramienta que puede hacer cambiar el mundo.
Hablar con alguien que no piensa como uno, escucharle con atención (sin estar pensando en lo que le vas a responder para "ganar" el debate) e incluso preguntarle aquello que no hemos entendido, es una experiencia realmente gratificante y que recomiendo a todos los que leéis estas líneas.
Las redes sociales están muy bien, y yo he tenido en facebook las mejores y más gratificantes conversaciones con alguien que se definió a sí mismo como que estaba "en las antípodas" de lo que yo creo y pienso, pero no por eso dejamos de ser amigos. Conversar no sólo es uno de los mejores inventos de la humanidad, sino un placer para aquellos a los que nos gusta conocer gente y aumentar nuestro círculo de amistades. Más aún si lo haces compartiendo un buen vino y mirando a los ojos al otro.
Espejismos que nos dibujamos a mano alzada porque nos cuesta mucho trabajo aceptar al otro, vivir con sus decisiones, admitir que hay otras formas de hacer las cosas que las nuestras propias. Pensar distinto no es llevar la contraria, porque en muchas ocasiones puede haber distintas soluciones para un mismo problema y, a la vez, puede haber varios enfoques para un mismo asunto y, por tanto, varios modos de resolverlo o varios caminos por los que se puede ir a un mismo lugar, sin tener que montar una guerra mundial.
Los espejismos no ayudan nunca, sólo contribuyen a que nos perdamos aún más en el desierto de la soledad, porque, si no aceptamos a los otros porque son distintos, seguiremos siempre solos y, ni siquiera Dios quería que el hombre estuviera solo, porque eso no era bueno para él.
Dejemos los espejismos y pongamos los pies en el suelo, en esta bendita tierra que pisamos y que nos ofrece tantas posibilidades en forma de otras personas que se cruzan en nuestro camino. Merece la pena salir afuera y comprobar la grandeza de la variedad, cada uno somos cada uno y es genial conocernos y comprendernos. ¿Quién sabe? A lo mejor así conseguimos eso de amar al prójimo, o, al menos, que nos caiga bien, que ya es algo.

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