When you wish upon a star

Cuando formulas un deseo bajo una estrella, no importa donde estés porque tu sueño se hará realidad. Preciosa frase de una no menos preciosa canción de Disney, de la película "Pinocho". Estamos en tiempo de Navidad, ese tiempo en que parece más fácil soñar porque pensamos que se hará realidad todo aquello que deseamos. No sé qué tiene este tiempo, en el que creyentes y no creyentes percibimos a flor de piel que es posible cambiar el mundo, que la paz reine de verdad y que desaparezcan tristezas, dolores y males para siempre.
Tiempos en los que los profetas de hoy claman contra la cosificación de la Navidad, una fiesta que tiene un claro carácter religioso y que se intenta tapar con luces y cenas de empresa o de familia; una época en la que el consumo campa por sus respetos y todos van corriendo por la calle como pollo sin cabeza, buscando ese último regalo que aún falta y que, como una obligación legal e irrenunciable, hay que hacer a tal o a cual.
Somos verdaderos especialistas en complicarnos la vida. La Navidad es la fiesta de la familia, porque celebramos que Dios se hizo niño en el seno de una familia humilde, una pareja de jóvenes que tuvieron que apañarse como pudieron cuando llegó la hora del parto y que, sabiendo quién iba a nacer, tuvieron que pasar el mayor de los apuros al ver que no tenían con qué agasajar nada menos que al Hijo de Dios, a ese Mesías que llevaban siglos esperando. El milagro de la Navidad es que también ese Hijo de Dios quiere nacer, encontrarse con cada uno de nosotros, entrar en ese establo que es nuestro corazón y que está lleno hasta los topes de cachivaches y chismes varios. Nada más, y nada menos.
Es Navidad cuando de verdad hacemos sitio en nuestra vida para que la Vida anide en nosotros;
Es Navidad cuando sonreímos al otro, aunque estemos muriéndonos por dentro;
Es Navidad cuando somos capaces de ponernos en su lugar, de escucharle sin prisas;
Es Navidad cuando caemos en la cuenta de que Aquel que no cabe en el universo, porque es quien lo creó, se hace pequeño para habitar en nosotros;
Es Navidad cuando somos conscientes de la grandeza de su misericordia y de que, a pesar de nosotros, nos quiere con locura;
Es Navidad, en resumen, cuando dejamos de lado los oropeles y nos quedamos con Él, sin adornos ni añadidos: la Palabra hecha hombre, la promesa de Dios cumplida, la fidelidad del Amor absoluto encarnada en un niño en pañales.

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