Versiones

Estoy escuchando una preciosa versión de "The Christmas waltz" en sonido bossa, gracias a Lori Mechem y su álbum de Navidad. Una pasada para los sentidos y para el alma de alguien enamorado de la música como yo. Si una canción de verdad me llega al alma, procuro escucharla en las mil y una versiones distintas que se pueden encontrar de ella a lo largo y ancho de la red de redes, y siempre me sorprende alguna, a veces llegándome incluso aún más hondo que la primera, que esa primera vez que la conocí y que -como todas las primeras veces- se queda grabada en el alma.
Paradójicamente, o no, según se mire, eso también ocurre con las personas: siempre hay una primera impresión que nos llevamos al conocer a alguien y, como somos así de jueces de todos, le colocamos esa etiqueta que a veces no sólo no se va, sino que termina por rascar y molestar al etiquetado e incluso llega a taparlo, impidiénonos la visión real de su ser.
Versiones de los demás, versiones que damos de nosotros mismos hacia fuera, en ese facebook que nos hemos montado en nuestra vida real, con las sonrisas pintadas encima de nuestras tristezas, para que no se nos note lo que de verdad pasa por dentro. Que nadie se entere de esa procesión de Viernes Santo que ahora mismo hay en mi corazón, no sea que se me note lo vulnerable y sensible que soy y entonces... Entonces, ¿qué?
Parece que nos da miedo que el otro nos conozca como en realidad somos y, si por un instante se nos escapa por los ojos la realidad de nuestra alma, corremos a taparla con un brusco cambio de tema, o incluso una media vuelta para que no se dé cuenta el otro de que nos ha pillado en nuestra verdad más desnuda y absoluta... ¡pobres de nosotros si vamos así por la vida!
No nos damos cuenta de que estamos privando al mundo de conocer personas realmente maravillosas, que de ir con la verdad por delante, con su realidad por bandera, pueden hacer mucho por mejorar esta sociedad a la que todos criticamos tanto y por la que tan poco hacemos. La verdad parece algo pasado de moda, mejor dicho, algo que no nos es rentable, porque siempre vamos buscando regatearle a la vida instantes de felicidad, trapicheando con lágrimas ocultas o intentando hacernos la víctima para que nos mimen sin pensar siquiera en el que tenemos delante y en lo que pueda estarle pasando por la mente y el corazón.
Damos versiones de nosotros mismos por doquier, repartimos piezas de nuestro puzzle personal a diestro y siniestro, buscando quien las vaya recogiendo y un día las componga para hacerse una idea de cómo somos en realidad y, si tenemos suerte, incluso nos busque a nosotros mismos para intentar conocernos mejor y... quién sabe.
Versiones de canciones para cada momento, para cada instante de nuestra vida, para los distintos números de esa tragicomedia musical que vivimos en nuestro día a día: ahora toca un swing, ahora una lenta, ahora soul, ahora blues... Música, el hilo conductor de toda una vida para los que nos acostamos cantando y también nos levantamos con una melodía en los labios. Notas unidas por el corazón que dan color y sabor al alma, que nos llevan hasta donde la imaginación nos quiera colocar y que provocan movimientos, no sólo físicos, sino espirituales en cada uno de nosotros.
Ahora mismo, sin ir más lejos, estoy oyendo un villancico en modo samba, una versión realmente divertida, que me está haciendo bailar sobre la silla al ritmo del saxo y de mis dedos volando sobre las teclas. Adoro la música, lo he dicho un millón de veces y las que aún me queden, si Dios me da salud y sigo teniendo las manos ágiles como ahora (ojalá hubiera aprendido a tocar el piano, sería un alucine total y absoluto).
¿Y tú, Lola? ¿Acaso tú estás libre de pecado? No, ni muchísimo menos. También yo he caído en esa trampa del "que no se me note", soy humana, a veces demasiado, y como todos no estoy libre ni de pecado ni de la tentación, siempre acechando los momentos más débiles. Sin embargo, en estos últimos días he hecho un propósito y quiero cumplirlo, no mostrar más versión de mí que la real. Lo voy a intentar con todas mis fuerzas y creo que voy a ser capaz porque, entre otras cosas, como espía no tengo ningún futuro y menos aún como actriz -quien me conoce en persona lo sabe-, así que, con un poco de ayuda celestial, seré capaz de no dar más versión mía que la original y sin subtítulos.

Comentarios

Entradas populares