Nocturno

No es habitual que me ponga a las teclas cuando ya es de noche y casi hora de irme a descansar. Sin embargo, hoy es un día diferente, no sé por qué, pero es así. Ha sido una mañana muy intensa en el trabajo y también ha habido un par de cancelaciones de quedadas que me han dejado un poco fuera de juego, pero nada que no pueda arreglarse en breves días; al fin y al cabo, el sábado está a la vuelta de la esquina y mi recién inaugurado grupo de amistades promete mil y una aventuras a una neófita en salidas nocturnas como yo. Además, estoy estrenando las "armas de mujer" que voy descubriendo cada día y, para mi asombro, funcionan ¡y de qué manera! En fin, no demos más detalles del tema, no sea que se me soliviante alguno que aún no me cree capaz de guiñar la quinta pestaña y dejar bizco al más pintado.
Una tarde intensísima de estudio, de disciplinas desconocidas para mí hasta la fecha, temarios que mezclan creencias con doctrina y con palabras imposibles de memorizar y que me dejan bizca a mí (no es broma, para una asignatura tengo el diccionario al lado), me ha llevado a una sesión de baile intenso justo después de hacer las lentejas de mañana. Sí, baile intenso como sólo Village People y su YMCA de años pretéritos pueden provocar en un corazón bailongo como el mío.
Bailé, salté, canté y volví de nuevo a los libros. Ahora estaba contestando una autoevaluación del tema de esta tarde, pero mis neuronas han dicho que ya estaba bien y se han negado a cooperar. Me he leído un texto que me ha llegado tan al corazón que me ha sacado las lágrimas a los ojos y entonces he decidido parar. Tengo que digerir tanto conocimiento antes de poder hacer un comentario de ese texto, sólo han sido unas frases pero de las más hermosas que he leído en tiempo.
Diana Krall está sonando de fondo mientras escribo esto, una cadencia de jazz, rítmica, casi de dubidu dua, que me mantiene despierta, junto con un coche parado al ralentí bajo mi balcón, que también interviene en la banda sonora que ahora mismo me está arropando mientras escribo esto.
Tarde extraña del día de los difuntos, día cuanto menos peculiar porque nos trae muchos recuerdos y también lágrimas a los ojos al recordar a todos los que ya no están con nosotros; según vamos cumpliendo años, hay más presión en la memoria y salen antes las lágrimas. Es un hecho. Sin embargo, para mí no es un día tan triste como melancólico, en el que los recuerdos de tiempos pasados me inundan, tardes con los abuelos que ya no están, con algunos amigos que, por desgracia, se fueron de este mundo antes de hora según mis cánones, profesores que se han ido (hoy se me ha ido el último) y ese sentimiento de nostalgia agridulce que trae este día consigo.
Mañana será otro día, por fin viernes y con el sábado pisándole los talones. No sé qué aventuras me traerá, seguro que son buenas y ojalá me trajera alguna sorpresa que llevo tiempo pidiendo a Dios. Pero soy consciente de que lo mejor siempre es enemigo de lo bueno y ya el otro día me dio un toque muy serio: Lola, confía y espera; no seas tan impaciente. Ea, que Él sí que me conoce a base de bien y sabe que todo lo quiero para las "ya menos cuarto"; también la culpa es suya, que me da todo lo que le pido, porque me quiere mucho más de lo que yo puedo llegar a imaginar, y mira que de imaginación voy más que bien preparada.
Dice Diana ahora que "Let's fall in love!", pues nada, ¡a hacerle caso!

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