La primera mirada

...y has vuelto a ser tú. Tú, la única, la mejor, la que más me ama... Tú y sólo tú, la que esta madrugada me ha recibido con sus ojos grandes, inmensos y claros, para darme los buenos días en esta semanita que me espera y que será de aúpa, aun con ayuda divina.
Tú, redonda, grande, blanca (y no hablo de notas musicales), única como sólo una mujer puede serlo en la vida de un hombre. Mi adorada, odiada, perdonada e irreemplazable luna.
Sí. Estabas esta mañana esperándome tras la ventana cuando la he abierto, allá por las seis y he visto tu foco iluminando mi patio, mi vida, mi lunes, mi corazón y mi alma. Eres tan preciosa que no es de extrañar que te canten tantos poetas por escrito y con música. Influyes tanto en este bendito mundo que piso, en las mentes de tantos que caen hechizados por tu embrujo, que por eso eres femenina, porque no puedes ser de otra manera.
Tú has sido mi primera sonrisa, mi primera acción de gracias a Dios hoy antes de iniciar mi jornada. Y luego, no contenta con haberme alegrado la vista tan temprano, me estabas esperando en mi camino al trabajo, de nuevo grande e inmensa, pero esta vez no era tu luz; ya no había misterio como con esa luz que se dirigía a mi ventana, sino que eras tú misma la que se ha asomado a darme los buenos días cuando ya el sol empezaba a luchar contigo por iluminar mi día. Preciosa, hermosa como sólo tú eres capaz de ponerte cuando te arreglas para mí, me has acompañado durante mi cuesta arriba, arrebujada ya en el chaquetón porque mi amado otoño (no te pongas celosa, por favor) se ha aposentado ya en mi casa y me ha hecho cambiar la ropa del armario.
Y ahora, ya en el trabajo, después de hacer lo más urgente de la mañana, me he puesto a escribirte esta mi carta de amor primera del día. Porque sí, porque te lo mereces y porque te quiero con todo mi corazón, mi fiel amiga y compañera de pensamientos y eterna confidente, mientras escucho esa música que siempre es el primer empujón para ponerme a escribir.
Vida ajetreada esta mía, siempre llena de interrupciones que a veces me hacen perder el hilo de mi historia y hasta de mi vida. Hilo que se pierde y a veces no se recupera, sino que surgen nuevos caminos que encontrar y recorrer.
Por favor, Selene, sigue acompañándome siempre.

Comentarios

Entradas populares