To life!

Así se titula una de las mejores canciones de la BSO de "El violinista en el tejado", un brindis por la vida que hoy hago yo también. Sí. Hoy. Un día que para la mayoría de los seguidores de las tradiciones norteamericanas es día de fantasmas, muertos vivientes y otras lindezas gregarias.
Hoy es un día con muchísimos significados, con muchísimos más recuerdos para mí. Hace veinticinco años justo hoy, inicié un sueño, una construcción de la que no quedan ya ni cenizas porque no tenía más cimientos que una ilusión construida en un castillo edificado en el aire. Atrás quedaron las nubes rosas y los príncipes azules que destiñen montados en caballos blancos de cartón "made in China", pero no son recuerdos tristes ni negros, son parte de los cimientos de la mujer que soy ahora mismo, mientras escribo esto.
Tengo recuerdos buenos de estos años, no puedo negarlo, porque no todo fue negativo y también ya asumí en su día mi parte de responsabilidad en el desastre. Es algo que ya forma parte de mi mochila vital y que me ha obligado a aprender muchas cosas, entre ellas una muy importante: a vivir, a beberme la vida a bocanadas, a disfrutar cada segundo en el que estoy viva, en el que siento a flor de piel cada palabra que escucho, cada mirada que acojo, cada sonido que me llega al corazón.
El otro día me decía alguien que es muy especial para mí, que se sentía tremendamente vivo, con muchísimas ganas de vivir y de hacer planes para el futuro. Me regaló el oído hasta límites que él ni sospecha porque me encanta oír eso de alguien, porque la vida es para eso, para vivirla, no para sobrevivirla. Si de algo me arrepiento es de todo lo que no he vivido por miedo a lo desconocido, tenía miedo a ser feliz, pero eso fue entonces...
Hoy, desde mis años, desde mi experiencia y mi sentirme más viva (siento repetir tanto la palabra, pero es que no hay otra), brindo por los años que me queden de taconear en este mundo, de andar con ese garbo que deja bizco a alguno que otro que me ve andando (¡quién me lo iba a decir, a mis años!).
Brindo por la vida, como la canción que mencionaba al principio, por la que me espera y también por la que ya se ha deslizado entre mis dedos. Por esa vida que acaba de llegar a este mundo y que ha supuesto la primera sonrisa en el trabajo; el portero de mi empresa ha sido abuelo por segunda vez y me lo ha gritado a la cara nada más entrar, hace un rato, y me ha enseñado, orgullosísimo, la primera foto de esa preciosa niña. Dios la bendiga a ella y a la que la ha traído a esta bendita tierra de María Santísima.
La vida, eso que nos ocurre mientras nos afanamos en hacer planes para un tiempo que no ha llegado aún y mientras nos lamentamos por aquello que ya ha ocurrido y es inamovible. Pasado y futuro son humo, el presente es lo que de verdad importa, lo que estoy haciendo hoy, ahora, y que sé que a los que lean esto les va a alegrar; ojalá brinden hoy por mí, por este día tan especial, día de vida, de alegría y de gozo inmenso porque estoy aquí y no estoy sola ¡ni muchísimo menos! Estoy rodeada de amor por mis cuatro puntos cardinales, llena el alma de gozo porque me siento amada en el cielo y en la tierra; y para el que se siente amado no hay otra posibilidad que el ser feliz hasta el infinito y más allá.
Esta noche, si Dios quiere, nos iremos a celebrar el final de la historia. Se cierra el círculo de mis últimos veintiocho años para siempre. No hay más miradas atrás ni más recuerdos. La historia está para ayudar a construir el presente con vistas a un futuro que sólo está en manos de Dios; mi tarea es ver el material con el que voy a construir ese futuro y si tendré alguien a mi lado que me ayude a ello. También está en manos de Dios esta posibilidad, Él sabe lo que le pido y lo que más me conviene. Si coincidieran ambas cosas... pero, como he aprendido a decir, hágase Tu voluntad y no la mía. Fiat!

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