¡Serás puñetera!

Mis disculpas por el título y el tono del mismo. Pero es que hoy es un lunes tan lunes, que no puedo menos que acordarme de quien le da nombre al día en latín, español e inglés: la luna. Sí, esa deidad caprichosa que mueve las mareas y los ánimos a su real gana y arbitrio. Esa luz redonda y blanca que pone los ojos del mismo color a los enamorados que se miran bajo su hechizadora luz.
La luna, la inconstante luna que dice el gran Shakespeare, dueña y señora de la noche, que se ríe de mí cuando la miro -ahora me doy cuenta- y hablo con ella de mis deseos y de mis ansias más escondidas. Esta madrugada, cuando subía para el trabajo (y digo madrugada porque aún era de noche), la he visto en el cielo, mirándome muy fijo, y le he echado mi mejor sonrisa, queriéndole demostrar mi amor eterno, constante y paciente. ¡Qué equivocada estaba! Pues resulta que lo que yo interpretaba como una sonrisa que correspondía a la mía y a mi declaración de amor, ha sido una risa irónica -con levantamiento de ceja incluido-, llena de la ironía de un excepcional bromista: "Sí, ríete, ríete, que no te das cuenta del día que es; es MI día, el que desde tiempos inmemoriales se me asignó, después del descanso del domingo; cuando vienes relajada al trabajo, pensando en las mil y una aventuras que te va a enviar Dios, te estoy esperando...".
Pues nada, que así ha sido -y no son ni las nueve- y nada más llegar al trabajo, abro el correo electrónico para ver si tenía ya un archivo urgente para imprimir, sellar y despachar... ¡Helo aquí! Fiel y cumplidor como el que lo ha escrito. Voy a verlo... ¡Pobre infeliz de mí!
Primero, el formato es incompatible y no lo puedo abrir... respuesta al correo electrónico pidiendo un cambio para ver si así puede ser... No pasa nada, cosas de la informática, pienso, pero nada más lejos de la realidad. Y ni siquiera advierto una sonrisilla burlona a mis espaldas, confiada que es una...
Segundo, ya viene en formato que mi maquinita puede leer y lo veo en pantalla. ¡Albricias! Pues no, querida Lola, te fastidias de nuevo. Whatsapp del inquieto letrado: "¿Ha llegado?" Y, entonces, caigo en la cuenta y le contesto la cruda y dura realidad: "Una malvada deidad está jugando conmigo". Carita de susto/asombro como respuesta de mi pobre amigo...
Tercero, la impresora se pone en modo "no me apetece" sin previo aviso. Ya tengo el archivo, lo estoy leyendo en pantalla... pero no hay forma de que se imprima... ¡Aggg! La prueba irrefutable: oigo a mis espaldas una carcajada burlona que me hace caer en la cuenta: "¡¡Tú!!" Y entonces la veo en mi interior: riéndose a carcajadas, con esos ojos claros y profundos que me miran con toda la maldad que puede guardar una deidad -y femenina- y diciéndome: "¿Qué esperas de mí, que soy cambiante, que cada día aparezco de una forma diferente, que disfruto jugando con los sentimientos de los mortales? ¿Quién te crees que es la responsable de tus días grises, de tus "peroysis"? ¿Quién más que yo? ¡Yo! Que no soporto que suspires por nadie que no sea yo, que estoy ansiando leer tus escritos porque sé que te inspiro más de lo que estarías dispuesta a reconocer. ¡Eres mía y lo sabes!"
Sí. Sé que tienes mucha parte de culpa en mis escritos, que tú guías mis dedos muchas veces, más de las que admito, que soy incapaz de resistirme a ti cuando apareces como esta mañana, tan grande, tan refulgente, tan sumamente hermosa; que me robas el corazón y haces con él lo que te da la gana y me obligas a evitar ciertas compañías por la noche, porque no soy dueña de mis palabras. Pero, perdona, de ahí a que sea sólo tuya, va un abismo.
Queridísima Selene -permíteme que utilice tu nombre heleno-, formas parte muy importante de mí, porque eres como eres y yo soy demasiado sensible a tu influjo, pero hay alguien más importante para mí que tú, y lo sabes. Eres plenamente consciente de ello porque también vives en mi corazón, compartiéndolo con él. No soy tuya, por más que me lo quieras decir. Aunque, y aquí he de dar mi brazo a torcer, reconozco que eres mi debilidad y tu luz es mi kriptonita...
¡Ay, Selene! ¡¡Serás puñetera!!

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