Invasión

De recuerdos, sentimientos, sensaciones, emociones, momentos, voces, palabras, ecos, risas... Así estoy ahora mismo, un domingo por la tarde, casi de resaca de lo vivido hasta ayer. Una experiencia que será del todo imborrable de mi memoria, así viviera un millón de años.
Sabía que sería algo diferente a lo vivido en otras ocasiones, pero no me podía imaginar el calado que iba a tener en mi vida, en mi hoy y en mi mañana (porque el pasado ya no existe y ha quedado guardado en el último rincón del baúl de mi existencia).
Soy incapaz de aislar un solo recuerdo, una sola frase, una sola persona, sin que salten todos de golpe, como si estuvieran metidos a presión en una botella y al quitar el tapón salieran en tromba, desordenados, sin ton ni son.
Reconozco que el principal factor que me ha llevado a tal experiencia he sido yo misma. Un auténtico y gran cambio de actitud hacia los demás; ha quedado atrás esa estúpida timidez y la errónea creencia de que yo no soy nada y que no pinto nada en ningún sitio. Eso, gracias a Dios, ya desapareció y me he descubierto sociable, extrovertida y creo que hasta divertida; no me asusta conocer gente, es más, yo misma me he presentado a no pocos asistentes al Simposio y el resultado ha sido magnífico.
Es toda una experiencia conocer gente y algo muy gratificante, que abre horizontes y amplía mucho conocimiento. He disfrutado de lo lindo con mi grupo de abogadas de Jaén, riendo y compartiendo estupendos ratos, aunque hablásemos de trabajo, pero siempre con la sonrisa puesta y hasta con bailes. No menos excelente ha sido el tiempo invertido con otros asistentes que he conocido.
Resulta que hay mucha gente buenísima esperando a conocerme y yo estoy en la misma actitud hacia ellos. Estoy deseando salir al mundo y verlo, y respirarlo, y vivirlo, y compartirlo.
Me invade la alegría de estar viva, de sentir cómo palpita mi corazón exultante de gozo por los regalos que Dios me ha hecho estos últimos días y que aún vienen en oleadas a mi memoria cuando me quedo en silencio un segundo.
Son experiencias que siempre serán gratos recuerdos de taconazos y glamour a raudales, de cariño entregado y recibido sin medida, de excelentes amigos que ahora lo son aún más y de ganas, muchísimas ganas de compartir más momentos así.
Me invaden emociones y sentimientos, sí. Signos de que estoy viva y la gasolina que me impulsa las manos a la hora de escribir. No puedo menos que dar gracias a Dios por ello y por la forma que tiene de demostrarme su infinito amor.

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