De nuevo ahí

Y has vuelto al mismo sitio, pero ya luces distinta, no estás como esta mañana, cuando te veía, toda cándida yo, andando sobre mis preciosos tacones camino del trabajo y sin poder imaginarme lo que me estaba esperando en el despacho...
¡Ay, Selene de mis entretelas! ¡Vaya mañana de trabajo! Digo mañana y debería decir día de trabajo, porque hace quince segundos que he terminado lo último que me he tenido que traer a casa para ir mañana algo más libre... aunque, acabo de acordarme de que me faltan aún tres cosas por redactar... Pues nada, en cuanto acabe de piropearte esta noche vuelvo a mi hacienda habitual, con la cabeza más despejada y el corazón más grande, más lleno de ti, más libre para amar sin fronteras ni excepciones, para entregar sin reservas lo mejor de mí y para aceptar sin reservas lo mejor de ti, y también lo peor, que de eso trata además eso que llamamos amor.
Querer, aceptar y amar lo que no nos gusta del otro; un ejercicio difícil sin duda, pero muy necesario para que el amor de verdad crezca y se robustezca entre dos personas. Sobre todo, hay algo que a todos nos cuesta mucho trabajo, dar al otro el tiempo que necesita para descubrir lo que el uno ya sabe que está pasando. Es cosa curiosa el tiempo aplicado a la persona: cada uno tenemos un ritmo distinto para cada cosa, para asimilar, para controlarnos, para pensar, incluso para caer en la cuenta de que hay algo que está cambiando en nuestro interior; va en función de la sensibilidad de uno para consigo mismo, porque uno puede ser un lince de la intuición y sólo con mirar al otro darse perfecta cuenta de lo que está pasando por su mente y, cuando se trata de él mismo, no percatarse de que se va a dar de bruces con algo inesperado -y que sus amigos ven con todo lujo de colores y detalles-. Los humanos somos así, vemos lo que tienen los demás y no somos conscientes de lo que nos está pasando a nosotros.
Sí, querida Selene, hoy te toca a ti ser la diana de mis palabras, mientras suena una canción disco de hace un millón de años que me trae muchísimos recuerdos, aun en su versión chill out, y que no me deja estarme quieta aquí, en mi super sillón, con mi ordenador en el regazo, disfrutando de mi mayor pasión: escribir y contarle al mundo lo que ahora mismo pasa por mi corazón. Sí, amiga, mi corazón tiene muchas cosas dentro, y, gracias a Dios, desde hace tiempo todas son buenas, buenísimas, a cuál mejor. Hoy lo comentaba con una amiga y abogada que trabaja conmigo desde hace poco tiempo; es curioso cuando conectas con una persona a la primera mirada, cómo te confías, hablas sin miedo e incluso haces planes... Sorpresas que me encuentro por la vida, siempre gratas, como descubrir todo el mundo que tengo por delante y por descubrir, esperándome, ansioso, con los brazos abiertos y dispuesto a ser devorado por esta mujer que acaba de estrenar una parte de la vida aún por explorar.
¿Sabes una cosa, Selene? Por más que te digan, por más que te diga yo misma, me encantas, no cambies nunca, adoro estar bajo tu luz, lo que tú me inspiras y, ¿por qué no voy a admitirlo? adoro esa enajenación mental transitoria que me provocas en determinadas ocasiones. Gracias por acompañarme en mi camino. Nos vemos mañana, si tú quieres.

Comentarios

Entradas populares