Preludio de otoño en sol menor

Memorias que como colores en mi mente... me dice Barbra de fondo. Mejor canción imposible para este momento en que escribo. Cuando hoy, empieza a morir el mes de agosto y con él la sensación de verano en mí. Además, el sol está esquivo, no ha asomado con fuerza en todo el día y las nubes van trayendo el trailer de la estación que viene, mi estación, la estación de mi fuerza, en la que siempre recargo mis baterías, que últimamente parecen de litio porque no paro de recibir encargos, tareas y maravillas de Dios sobre mí y mi vida.
Cada día en esta semana que se acaba ha traído bajo el brazo un milagro tras otro, no sé lo que será a partir de mañana, pero si antes pensaba que ni en diez mil vidas tendría tiempo suficiente para agradecer a Dios sus desvelos conmigo, creo que ya será en la vida eterna en la única que tenga tiempo suficiente para hacerlo.
La vuelta al trabajo sólo me ha traído alegrías, y, aunque parezca mentira, muchísima paz y más serenidad aún de la que ya tenía antes. Si se avecinan importantes cambios en mi vida, aquí estoy para afrontarlos con tranquilidad y la mayor y mejor de las ayudas: la divina, que ya se encargará de proporcionarme la humana y la material que me haga falta para salir airosa -o quizá más que eso, quién sabe- de todo aquello que emprenda.
Preludio de otoño, día confortable en casa, sin nada especial, ningún desafío más allá de ponerme en la cocina a estrenar plato -que estaba de lujo, por cierto- pero en el que me siento más acompañada que nunca; no necesito a nadie al lado, al menos no lo echo de menos. Como hablaba con una buena amiga, que cada vez es mejor y más cercana a mi corazón, soy plenamente feliz como estoy ahora mismo. Soy y estoy completa, no necesito nada... Pero, ¿no te gustaría poder ser aún más feliz?. Esta fue su pregunta, la que me descolocó completamente.
Y es que no podemos dar ningún estado por eterno, y me explico. Ahora estoy bien, pero ¿y si puedo estar mejor? ¿Qué implicaría estar mejor? Por lo pronto, salir de la zona de confort en que me encuentro y explorar lo desconocido. Ups, eso ya... Pues bien, resulta que me he lanzado a lo desconocido y voy a salir de mi zona de confort, pero a lo grande, ¿para qué hacer las cosas pequeñas?
El otoño me va a traer muchas cosas buenas, que pienso celebrar con mi gente para que ellos también se alegren conmigo. Pero, además, me va a traer una ventana enorme al mundo, por la que me pienso asomar y por la que saltaré al vacío de emprender caminos nuevos, que estoy segura me van a hacer crecer como hacía mucho tiempo que no crecía. ¿Que dónde voy a mis años?
¿A dónde voy a ir? ¡¡A vivir!!

Comentarios

Entradas populares