Piano de recuerdos

Suena una preciosa versión de "The way we were" al piano, que me está haciendo poner nostálgica, de ningún recuerdo en concreto, sólo la sensación, la emoción, el sentimiento a flor de piel... ese filtro sepia del alma que nos pone mirar hacia el infinito sin ver nada más que el corazón, ese músculo que ya va teniendo sus años, sus arrugas y un número incontable de cicatrices en torno a su núcleo más sensible.
Cicatrices que pueblan nuestros recuerdos, buenas y malas, algunas incluso regulares... pero todas y cada una de ellas con una historia a cuestas, momentos vividos, sufridos y, al fin y al cabo, agradecidos porque es gracias a ellos que soy la mujer que soy.
Experiencias de aquella forma en que fui y que me hacen ser la que soy y preparar la que, si Dios quiere, seré en un futuro más o menos próximo. Emoción que ahora recorre mis manos, mis ojos y mis neuronas (sí, también las neuronas sienten) y que me hace esbozar una sonrisa de satisfacción al comprobar que todo está como debe estar y que yo estoy justo donde debo estar ahora mismo, en este instante. Por ello doy gracias a Dios.
Recuerdos como el de hace un rato ya, que me trajo una preciosa canción cantada al alimón entre Pasión Vega y Antonio Banderas ("Soñando contigo"), que habla de esas veces en que tienes tantos árboles delante que no te dejan ver el hermoso bosque que hay ante ti. Tantos años "conociéndole", sabiendo y hablando de Él, y sin darme cuenta real y palpable de lo cerca que lo tenía, más dentro de mí que yo misma -parafraseando a S. Agustín-. Tanto tiempo hasta que llega ese día en que te paras y te das cuenta de ese inmenso regalo que es su amor, que eres imposible de contenerlo dentro de ti porque te rebosa por los ojos, la boca, las orejas... por todo tu ser. Y es que el amor es así, ya sea en su versión humana o en su versión divina, en ese atisbo del amor de Dios que podemos experimentar aquí, en el suelo, en carne, hueso y sentimientos profundos. ¡Qué será cuando le podamos ver cara a cara! Cuando ya no haya límites de espacio, tiempo, carnes, tendones, etc....
The way we were nos ha traído hasta aquí, hasta el hoy más actual, a ser lo que somos y a dar gracias porque hemos llegado hasta aquí y rodeados de gente maravillosa a la que queremos y que, a su vez, nos quiere. Con achaques o sin achaques (fíjate, ahora es "Memory" la que suena, ¡qué "casualidad"!), recordando aquel día en que fuimos guapos, altos, rubios, fuertes, con ganas de comernos el mundo, en nuestro primer trabajo, con nuestro primer amor... y ahora estamos aquí, como la gata que canta esa preciosa canción, recordando los días bajo el sol mientras es de noche y la luna es la única luz que ahora mismo nos alumbra. ¿De noche? puede ser que eso nos parezca, pero no es así en realidad porque la luna sólo refleja la luz del sol; ella por sí no puede hacer nada, así que aun de noche seguimos recibiendo luz del sol -aunque de modo indirecto-, como cuando todo se nos pone cuesta arriba, no vemos nada claro y pensamos que todo es una pura nube negra... el sol sigue estando tras las nubes.
Igual ocurre con Dios, sigue estando tras las nubes y a veces no lo vemos a él, sino su reflejo en aquel amigo que está al pie del cañón (o de la cruz, dicho en cristiano), en nuestro hermano, en nuestra esposa o en quién sabe quién... Son lunas que reflejan la inmensa luz del amor de Dios, que es quien en realidad está detrás de ellos y de nosotros, aunque no seamos capaces de verlo.
La canción termina diciendo: "Mira, un nuevo día acaba de empezar...", pues se trata de eso; después de cada noche viene un nuevo día y el sol sale para que lo sintamos directamente.
Vuelvo al principio: los recuerdos, esos apuntes viejos que algunos conservamos muchos años después de haber terminado la carrera y que gusta desempolvar y leer de vez en cuando, porque no sólo traen a la memoria estudios, sino imágenes de vivencias que también aportaron mucho a nuestros conocimientos. Pero, detrás de cada apunte, recuerdo, fotografía en blanco y negro que nos viene de tiempos pretéritos, siempre estaba Él, como uno más, y que hizo posible que aquello fuera real y que también lo de hoy lo sea. Demos gracias porque Él siempre ha sido nuestro compañero de viaje, y pidámosle que siga siéndolo.

Comentarios

Entradas populares