Las no fotos
Hace ya mucho tiempo que dejó de gustarme salir en las fotos. En contadas ocasiones y casi nunca sola, cedo a la invitación de mis amigos más cercanos. No recuerdo bien el detonante de esta poca apetencia a ejercer de modelo, supongo que estará relacionada con mi baja autoestima de antes y la costumbre de ponerme detrás para que no se me vea (ventajas de mi escasa estatura) se ha anclado firmemente en mi cotidianeidad.
Ha habido muchísimas ocasiones de casi cuatro años hasta hoy que cualquiera habría querido inmortalizar en una foto con o sin papel; sin embargo a mí ni se me ha pasado por la imaginación la idea de sacar cámara y dejar para la posteridad el momento. Al fin y al cabo, las fotos son en dos dimensiones, pero no así los recuerdos, que mantienen las tres dimensiones y todas las circunstancias que les acompañan: sonidos, risas, olores, actitudes y emociones que pueden remover el fondo del corazón y hacer que emanen incluso los sentimientos vividos en aquellos intensos momentos.
Creo que por eso no suelo hacer fotos "físicas" porque es mi corazón el objetivo que capta tiempos, situaciones, sensaciones, vivencias, emociones, olores, colores y sabores de aquellos instantes que son especiales para mí y que para siempre quedarán grabados en lo más profundo de mi corazón.
Aquel día en que por primera vez retomé las riendas de mi vida, me hice con ellas y, con la inestimable ayuda de mi ángel de la guarda (Angelillo se llama mi compañero de camino), que era como el esclavo que acompañaba a los generales triunfantes cuando entraban en Roma y que, con la corona de laurel en la mano y sobre la cabeza del general (que no puesta) le decían: "Recuerda que eres mortal". Pero mi ángel me repetía insistente: "Recuerda que Él te ama como nadie. Sé tú misma y ejerce de ti". Ese día, cuando fui consciente de ello, probablemente debiera haberme hecho una foto, porque fue el día en que cambió mi semblante para siempre, y desde ahí, "¡hasta el infinito y más alla!", como decía el entrañable Buzz Ligthyear.
Canta ahora Josh Groban "What I did for love" y justo eso es lo que ahora me viene a la cabeza, lo que Él hizo por amor: traerme a este mundo hace taitantos años, rodearme de una familia que me ha querido todo cuando ha podido y aún más, que me ha educado lo mejor que ha sabido y que todo lo que ha hecho por mí ha sido por amor; esa familia que ha crecido con el tiempo y que hoy celebra el cumpleaños de la más pequeña: 13 años ya. ¡Cómo crecéis!
What I did for love, por amor se hacen las cosas más increíbles y más impensables. Por amor todo un Dios se hizo carne mortal en nuestro suelo, pasó por todas las etapas de un ser humano, rió, cantó, bailó, lloró de niño y también de mayor cuando perdió un buen amigo, aunque sabía que luego lo resucitaría, pero vivió el dolor de la pérdida como cualquier ser humano. Un Dios que comprobó en sus carnes humanas lo que es sufrir la tentación en muchas ocasiones de su vida y que al final hizo lo que vino a hacer: cumplir la voluntad de Dios.
Un Dios que se hizo carne mortal, que vivió y murió también, como todos deberemos morir algún día, y que nos dejó un mensaje claro y contundente: "Yo soy la Resurrección y la Vida". Él me resucitó mi corazón roto y hundido, Él me cogió de la mano cuando yo pensaba que me había quedado completamente sola: "Mujer, ¿nadie te condena?". "No, Señor.". "Pues yo tampoco te condeno. Vete en paz y en adelante no peques más." Palabras de misericordia, de acogida y de perdón inmenso unidas a una petición -que no orden- de enmendar en adelante.
"Bring him home" es ahora la que suena, también a mí me llevó Él a casa, a su Casa, a su corazón, a ese amor tan inmenso que siempre me ha demostrado y que siempre estará a mi lado.
¿Cómo hacer una foto a la emoción que se siente al ser tomada de la mano para ayudarme a levantar del suelo? ¿Cómo hacerla al sentimiento que te inunda cuando Él te mira con una infinita ternura y te invita a seguirle? ¿Cómo resistirse a esa invitación, si te mira con esos ojos?
Ha habido muchísimas ocasiones de casi cuatro años hasta hoy que cualquiera habría querido inmortalizar en una foto con o sin papel; sin embargo a mí ni se me ha pasado por la imaginación la idea de sacar cámara y dejar para la posteridad el momento. Al fin y al cabo, las fotos son en dos dimensiones, pero no así los recuerdos, que mantienen las tres dimensiones y todas las circunstancias que les acompañan: sonidos, risas, olores, actitudes y emociones que pueden remover el fondo del corazón y hacer que emanen incluso los sentimientos vividos en aquellos intensos momentos.
Creo que por eso no suelo hacer fotos "físicas" porque es mi corazón el objetivo que capta tiempos, situaciones, sensaciones, vivencias, emociones, olores, colores y sabores de aquellos instantes que son especiales para mí y que para siempre quedarán grabados en lo más profundo de mi corazón.
Aquel día en que por primera vez retomé las riendas de mi vida, me hice con ellas y, con la inestimable ayuda de mi ángel de la guarda (Angelillo se llama mi compañero de camino), que era como el esclavo que acompañaba a los generales triunfantes cuando entraban en Roma y que, con la corona de laurel en la mano y sobre la cabeza del general (que no puesta) le decían: "Recuerda que eres mortal". Pero mi ángel me repetía insistente: "Recuerda que Él te ama como nadie. Sé tú misma y ejerce de ti". Ese día, cuando fui consciente de ello, probablemente debiera haberme hecho una foto, porque fue el día en que cambió mi semblante para siempre, y desde ahí, "¡hasta el infinito y más alla!", como decía el entrañable Buzz Ligthyear.
Canta ahora Josh Groban "What I did for love" y justo eso es lo que ahora me viene a la cabeza, lo que Él hizo por amor: traerme a este mundo hace taitantos años, rodearme de una familia que me ha querido todo cuando ha podido y aún más, que me ha educado lo mejor que ha sabido y que todo lo que ha hecho por mí ha sido por amor; esa familia que ha crecido con el tiempo y que hoy celebra el cumpleaños de la más pequeña: 13 años ya. ¡Cómo crecéis!
What I did for love, por amor se hacen las cosas más increíbles y más impensables. Por amor todo un Dios se hizo carne mortal en nuestro suelo, pasó por todas las etapas de un ser humano, rió, cantó, bailó, lloró de niño y también de mayor cuando perdió un buen amigo, aunque sabía que luego lo resucitaría, pero vivió el dolor de la pérdida como cualquier ser humano. Un Dios que comprobó en sus carnes humanas lo que es sufrir la tentación en muchas ocasiones de su vida y que al final hizo lo que vino a hacer: cumplir la voluntad de Dios.
Un Dios que se hizo carne mortal, que vivió y murió también, como todos deberemos morir algún día, y que nos dejó un mensaje claro y contundente: "Yo soy la Resurrección y la Vida". Él me resucitó mi corazón roto y hundido, Él me cogió de la mano cuando yo pensaba que me había quedado completamente sola: "Mujer, ¿nadie te condena?". "No, Señor.". "Pues yo tampoco te condeno. Vete en paz y en adelante no peques más." Palabras de misericordia, de acogida y de perdón inmenso unidas a una petición -que no orden- de enmendar en adelante.
"Bring him home" es ahora la que suena, también a mí me llevó Él a casa, a su Casa, a su corazón, a ese amor tan inmenso que siempre me ha demostrado y que siempre estará a mi lado.
¿Cómo hacer una foto a la emoción que se siente al ser tomada de la mano para ayudarme a levantar del suelo? ¿Cómo hacerla al sentimiento que te inunda cuando Él te mira con una infinita ternura y te invita a seguirle? ¿Cómo resistirse a esa invitación, si te mira con esos ojos?
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