No more talks of darkness

Así comienza una de las más bellas canciones de amor de uno de mis musicales favoritos: "El fantasma de la ópera". La pena es que no la canta el que yo creo que es el verdadero galán y protagonista, o sea, el fantasma. Mientras el guaperas y la chica se declaran y prometen amor eterno, porque that's all they ask of each other, el pobre fantasma se consume en un agonía infinita de amor no correspondido mientras les escucha, agazapado en las sombras de la azotea del teatro.
No más palabras de oscuridad, no más tristezas, no más malas ideas y peores pensamientos, porque cada día amanece con nuevas aventuras en el horizonte, dispuestas y preparadas para cada uno de nosotros. Es así, simple, sencillo de ver y de experimentar. Lo que ocurre es que nos encanta complicar las cosas pensando en la idea escondida que hay tras una sonrisa que nos regalan, o de cualquier buena acción que nos encontramos por parte de aquellos que comparten nuestra jornada.
¿Tan difícil es aceptar los dones de los demás tal y como nos los ofrecen? Sin interpretarlos, sin buscar extrañas y rocambolescas conspiraciones detrás. El amor es sencillo y simple (eso se le olvidó a San Pablo en su carta a los Corintios), se ofrece así, humilde, limpio, claro y transparente, en forma de "buenos días", de sonrisa límpida, de ojos que brillan cuando se cruzan con los nuestros, de "que tengas un feliz día" a través del whatsapp, incluido emoticono de beso o de sonrisa pícara con ese ojo guiñado.
El amor nos envuelve en múltiples formas, muy simples y fáciles de ver y distinguir. Sólo hay que mirar con ojos limpios, sin dobleces, ni gafas extrañas que nos convierten en una suerte de conspiranoicos peligrosos... ¡cuántos problemas comienzan por una mala interpretación de un gesto o una palabra! Si el propio Dios "vio que todo era muy bueno", ¿cómo podemos pensar que lo que él nos ha regalado puede ser malo?
Mi lunes ha amanecido nublado, amenazante y con muchísimo viento, pero no por eso me voy a poner yo como él. Ayer por la mañana bromeaba con una amiga sobre la influencia del frente nuboso en los caracteres de algunas personas y acordamos una contraseña para cuando sufriéramos algún aspaviento de alguien: "¡hala! Ya ha llegado el frente nuboso". Josh Groban canta ahora mismo que "Somewhere over the rainbow...", sí en algún lugar más allá del arco iris, ese signo de paz entre Dios y Noé tras el diluvio, es donde los cielos son azules y los sueños que te atreves a soñar de verdad se convierten en realidad. Ese arco iris que nos asegura la eternidad de tener a Dios como compinche en nuestra vida, esa complicidad que siempre muestra al ayudarnos cada vez que se lo pedimos, y esa forma tan genial que tiene de hacer que todo sea más que bueno cuando interviene.
No more talk of darkness, porque Él siempre está con nosotros, porque somos sus hijos y no hay mayor ni mejor noticia que esa, que somos hijos de Dios, algo tan grande y tan hermoso que no hay palabras en el mundo para definirlo en toda su extensión, sólo las lágrimas y un corazón henchido de gozo pueden hacerlo.
Termino con otra canción que ahora mismo suena y que también es muy cierta, porque con Él you'll never wlak alone.

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