Homenaje

Desde que se me terminaron los días "normales" salto de aventura en aventura. La última, tener que hablar en público en la cena - homenaje a una buena amiga que se ha jubilado. Jamás he tenido que hacer algo así y aquí me tienes, que en mi vida me he visto en tal aprieto, que decía Lope de Vega.
Pues, manos en las teclas, ha salido un texto desde el corazón y, espero, no lacrimógeno cuando se lea.
¿Cómo se puede describir en pocas líneas la amistad? ¿Cómo contar las numerosas llamadas de teléfono para consultar dudas, pedir favores o información? ¿Cómo contar las innumerables risas y sonrisas de una persona que sabes que, desde el mismo principio de conocerte, ya te quiere?
Es imposible, literalmente. No se puede contar lo que se siente cuando alguien que ya habita tu corazón, en el que ha entrado a través del trabajo, dice que deja una tarea que es vocacional porque, laboralmente, ya le toca. Semejante entrega a lo largo de los años no es concebible si no entra en juego la llamada divina a seguir las bienaventuranzas, a ser el buen samaritano que recoge los corazones rotos por la vida y las malas relaciones, los monte en su cabalgadura y los lleve donde los puedan curar. Ésta es la principal tarea que desempeñamos las notarias en nuestros tribunales:
Acogemos corazones rotos, familias desvencijadas, almas en cabestrillo y las llevamos a quien las pueda atender con su ciencia y su buen quehacer, ya sean abogados o jueces de los tribunales eclesiásticos. Ponemos por obra el fin último del Derecho canónico: la salvación de las almas. Una ilusionante vocación que el Señor grabó en nuestras almas y para la que nos formamos cada día, cada momento.
Se jubila mi amiga Mercedes y deja un hueco en su tribunal que nadie cubrirá, porque nadie es ni será como ella. Su sustituta apunta muy buenas maneras porque es un ángel, tierna, acogedora, simpática y con muchas ganas de aprender y de hacerlo bien; así que seguramente que ya está dando muestra de su buen hacer en su puesto. Todos somos únicos e irreemplazables; la vida es así y no hay vuelta de hoja. Ahí está también la grandeza de la persona que es capaz de dejar una huella tan grande, porque no se ha hecho notar cuando estaba trabajando. Las cosas salían, las personas eran atendidas porque ella estaba allí, haciendo su trabajo y poniendo su corazón en ello. No hay otro secreto para que una tarea funcione: poner el corazón y todos los talentos que uno tiene en lo que está haciendo.
Los años pasan inexorables, uno tras otro, y vamos acumulando experiencias y relaciones. Cuando ocurre uno de estos acontecimientos, como ahora, te das cuenta de lo lejos que estás del punto de partida, que han pasado muchos años y que ya llevamos una mochila muy, muy llena de buenos recuerdos, los mejores del mundo.

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