Pop

Pues no, hoy no va de música el tema. El título es la sensación que se te queda justo después de la desaparición súbita y repentina de una nube gris plomiza sobre tu corazón. ¡Pop! y ya no está.
Después de varios días con una extraña sensación, mezcla de desazón e inquietud por últimos y complicados giros del destino, que en estos tiempos se me agolpan no sé por qué, esta tarde he asistido a la volatilización de toda esa pesadez existencial.
Ha sido en uno de esos momentos que paso mirándolo a los ojos, él y yo, yo y él, solos en el tiempo y el espacio; no importa que venga gente, que entren o salgan o que pasen por mi lado. No los veo porque no los puedo ver, sólo puedo ver esos profundos ojos que me declaran su amor cada vez que se cruzan con los míos... ¡ay, madre!
Resultado: llevo toda la tarde oyendo música y cantando a pleno pulmón en mi precioso hogar... El amor es así, que te sube a la séptima nube no importa el tiempo que haga que vives con él; siempre se las arregla para darte un requiebro, pillarte desprevenida y ¡zas! un abrazo, un arrumaco, un beso en el alma, un guiño que sólo ves tú, un abrazo que sólo sientes y ves tú y que te eriza completamente...
No sé cómo es en realidad su cabello, sus profundos ojos (para mí que serán verdes, pero es preferencia mía), su altura se puede intuir por las huellas que dejó a su paso por este mundo... En realidad me importa muy poco cómo sea su apariencia física, ya lo veré cuando él quiera y me llame para hablar cara a cara. Lo cierto es que, como dice la canción de Pablo Alborán, "bendita toda conexión entre tu alma y mi voz, jamás creí que me iba a suceder a mí; por fin lo puedo sentir, te conozco y te reconozco que por fin sé lo que es vivir... tú me has hecho mejor de lo que era". Exactamente eso, "tú me has hecho entender que aquí nada es eterno", eso también lo he comprendido, que esto pasa, que la belleza no dura, que mi talla cuarenta no es para siempre... Hay una cita que leí hace tiempo y me impactó. Es de San Juan Crisóstomo, de una homilía dirigida a unos novios y dice así: "Te he tomado en mis brazos y te prefiero a mi vida. Porque la vida de ahora no es nada, te ruego, te pido y hago todo lo posible para que de tal manera vivamos la vida presente que allá en la otra podamos vivir juntos con plena seguridad (...). Pongo tu amor por encima de todo, y nada me será más penoso que no tener los mismo pensamientos que tú tienes." Creo que pocos comentarios se pueden hacer a semejante declaración de amor, pues ese es mi deseo cada vez que voy a verle, cuando hay poca gente y no hay demasiadas luces encendidas. En esos momentos de intimidad con Él, cuando nos sentimos más cerca y la paz de su mirada y su abrazo sin fin provocan el "pop" que convierte una nube de plomo en pompa de jabón.
Si lo que me espera es vivir el pleno amor con y en Dios, estar con Jesús y conocer a la divina Madre que lo trajo a este mundo, hago mías esas palabras y propósito para el resto de mi vida. El amor que hemos tenido la dicha de conocer en este mundo hacia una persona concreta, esos flashes de gozo, de felicidad, de plenitud a su lado son como encender una cerilla en un mediodía de verano comparado con lo que nos espera en el cielo.

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