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Y seguimos con las celebraciones. ¡Esto es un no parar!
Hoy es el cumpleaños de un hombre al que no hace mucho que conocí, aunque ya han pasado unos añitos, gracias a mi trabajo. Antes de ser notaria de mi querido Tribunal Eclesiástico no recuerdo ni haberlo visto por la Curia.
Nadie nos presentó, sino que un día apareció por el despacho y me vio en lugar del anterior notario, un entrañable y querido sacerdote -amigo común de ambos- y se presentó como uno de los abogados que solían frecuentar estos lares.
Poco a poco, a fuerza de paseos de su despacho al mío y de avatares vividos, sufridos y reídos (a veces a carcajada limpia) a medias, nuestra amistad se fue afianzando y hoy puedo decir, con mucho orgullo, que es uno de mis mejores amigos aunque jamás nos hayamos ido de cañas ni nos hayamos visto fuera del despacho más allá de cruzarnos por la calle.
Canta Diana Krall ahora mismo "It's wonderful", una preciosa canción que es terciopelo en su voz y y pone palabras en mis dedos ahora mismo, aunque la canción -como todas las de esa hechura- habla de alguien que acaba de caer rendidamente enamorado de otro alguien y ese no es el caso, sí es cierto que me hace caer en la cuenta de que hay personas que -en palabras de mi querida amiga Marina- te aportan a tu vida, y este es el caso también de este buen hombre, buen marido y padre de dos preciosas hijas.
La amistad es así de estupenda y de paradójica en algunos casos, porque -ya lo he dicho en otras ocasiones- a veces permitimos que los amigos nos digan cosas que, en boca de nuestro esposo o esposa, supondrían una pelea segura porque se tomarían como una ofensa. ¡Si se pudiera trasladar eso al matrimonio se acabarían muchos problemas!
Cuando una amistad es de verdad, se bajan todas las barreras, sobre todo las del amor propio (ese que se muere dos meses después que nosotros) y le consentimos cosas que jamás se nos pasaría por la cabeza permitir a otros, como que nos digan aquello que estamos haciendo mal, que esa persona no nos conviene, que... incluso aunque esa sinceridad y esa claridad a la hora de hablarnos implique la ruptura -casi siempre temporal- de la relación. Y esto lo digo por propia experiencia, porque alguna vez que otra he dicho la verdad a alguien y el resultado ha sido una "espantá" que ni Curro Romero en sus mejores tiempos. Sin embargo, el tiempo, ese artista en recomponer y ordenar cosas y prioridades en la vida de la gente, acaba por demostrar que el comentario o consejo sólo tenía como fin ayudar a no meter la pata que, por desgracia, se metió y a fondo.
Las cosas de la amistad, y todo este sermón sobre la amistad (como Cicerón en su tratado De amicitia) venía con motivo de la celebración y fiesta de hoy: el cumple de mi amigo Pepe, al que doy la más efusiva bienvenida a la cincuentena.
¡Ánimo, D. José, que 50 son números redondos y muy bonitos! Yo estoy en mi mejor momento y tú también puedes estarlo, sólo propóntelo. Tienes muchísimas razones para dar gracias a Dios por tu vida, aunque este año no te haya tratado bien, disfruta del día y de tu "L" recién estrenada.
Que Dios os bendiga a ti y a tu familia.

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