La huella del dementor

Parece mentira que estemos en el mes de mayo: hace frío, llueve a mantas cuando le da la gana, hay nubes oscuras, no se ve apenas el sol....
Y parejo con ello va el ánimo de más de uno, sobre todo cuando después de plantearte un estupendo sábado en familia, resulta que se te tuerce el horario desde pronto por un montón de minucias en teoría sin importancia, pero que al final dan al traste con tan brillante plan.
Debe haber dementores alrededor, porque estas mini decepciones van minando el ánimo hasta el punto de crearte una especie de niebla en el corazón que te hace parecer un sinsabor ambulante, sin rumbo fijo porque hasta el gps del "¿qué iba yo a hacer?" o "¿y a qué he venido yo aquí?" deja de funcionar.
Los dementores, esos seres malignos nacidos de la imaginación de J.K. Rowling en la famosa saga de Harry Potter, que se alimentan de la felicidad y de los buenos recuerdos de la gente, dejando sólo la frialdad de la tristeza y el desánimo en sus víctimas hasta que, por último, con un "beso" le absorben hasta el último aliento de vida. Sólo hay una forma de rechazarlos: el hechizo "Specto patronum", conocido también como el "patronus"; cada mago tiene uno con una forma específica, como una nutria, una cierva, o un precioso ciervo con una gran cornamenta... su fuerza es tal que ahuyentan e incluso destruyen a los dementores. Sólo necesitan apoyarse en los recuerdos y las vivencias más felices del mago que los invoca.
No soy bruja, a pesar de lo que más de uno piense, pero tengo también mi "patronus" para los días en que parece que me acechan dementores, esos días en los que nada o casi nada sale bien, en los que una se enfada consigo misma porque no es capaz de hacer las cosas como las había pensado, o está más torpe de lo preciso, o porque sí, porque se ha levantado por el lado incorrecto de la cama. Miles de motivos para chafarse un amanecer por más bonito que parezca porque hay nubes o por yo qué sé... En esos momentos, cuando parece que va a cundir el desánimo y la mala uva se va a instalar como dueña y señora del día, es cuando hay que convocar el "patronus", mirando al cielo y descubriendo que, detrás de las nubes y de la lluvia, y de las cosas que no salen, el sol sigue brillando para y por nosotros; y junto a eso recordar que Dios nos tiende la mano y nos dice, como la canción: "in other words, hold my hand; in other words, I love you" .
El "patronus" que tenemos los cristianos es ése: recordar que Dios siempre está ahí, que los momentos más gratos y más plenificantes de nuestra vida son gracias a Él, ese primer beso o esa mirada, o ese darse cuenta de que lo más grande que tenemos es conocerle a él y saber que en sus manos estamos seguros. Esos días en los que estamos más tiempo en el suelo que de pie, porque no paramos de tropezar, sólo tenemos que tender la mano y hacerle caso: coger su mano y dejarnos levantar, con la alegría de saber que la siguiente frase será: "yo estaré contigo todos los días, hasta el fin del mundo. En otras palabras: te quiero".

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