El perímetro

Para ser martes, está siendo de lo más especial para mí. Una comida con los mejores amigos que se puede tener y sin haberla planeado con grandes líos ni parafernalias, simplemente uno propuso quedar y los demás aceptamos. Así de sencillo. Y es que en esto de la amistad, la improvisación a veces es una gran aliada para que un plan totalmente informal salga realmente espectacular.
Los amigos son esos benditos seres que dejan lo que tengan entre manos para atender tu llamada, tu whatsapp o tu visita; dejan caer las fronteras del perímetro de seguridad que todos tenemos para permitirte pasar hasta el fondo de su corazón.
El perímetro de seguridad varía mucho de una persona a otra: las hay que necesitan el diámetro de una plaza de toros y aun así se agobian enseguida que alguien se acerca un poquito a su corazón; otros, como yo, lo tenemos muy pequeño y somos más permisivos con los que vienen de fuera hasta nosotros. ¿El riesgo del perímetro pequeño? Que nos hagan daño, que nos digan que somos tontos por ser tan abiertos.... Pero creo que merece la pena incluso no tener perímetro de seguridad, porque sólo así, con las defensas bajadas y mostrándonos tal y como somos, podemos realmente llegar a otra persona y gozar más y mejor de su cariño y de su compañía.
No soy amiga de ponerme la venda antes de que me tiren la piedra, porque me pierdo tantas cosas con los recelos, con los "peroysis" y con tantas excusas que uno se busca para evitar que alguien se le acerque...
Antes, hace años, yo era así. No me dejaba conocer porque recelaba de todo y de todos, podría decir que "coleccionaba enemigos"; pero ya no. No, nunca más. Me he perdido muchas cosas buenas por no querer abrir los brazos, por hacer verdad aquello de que el que no está dispuesto a perder todo no está preparado para ganar nada. Fueron tiempos de oscuridad y de tristeza, de tinieblas, malos pensamientos y paranoias varias que sólo trajeron amargura y soledad. Gracias a Dios, un día, un bendito día, decidí que eso no era vivir, sino vegetar, y rompí mis muros, mis fronteras, mis "defensas", deshice mis reticencias y decidí mirar al viento y sacar pecho, dejar que el aire chocara impetuoso contra mi rostro y que quien se acercara a mí, me pudiera conocer. Hay una preciosa canción que dice: "No hablo con extraños... pero puedo hacer una excepción"; yo decidí hacer, no una, sino todas las excepciones.
Sin perímetros, sin falsas seguridades, confiada en que todo lo puedo en Aquel que me conforta, tengo una vida plena sin perímetros, sin vallas ni fronteras, a campo libre. Soy libre hasta límites que jamás pude imaginar, y esto sólo es el principio de mi libertad; esto no ha hecho más que empezar...

Comentarios

Entradas populares