I don't talk to strangers
No hablo con extraños, dice el título de una canción que a menudo oigo en un viejo vinilo, cantada por el gran Plácido Domingo. La música es del musical "El fantasma de la ópera" y la letra viene a decir la razón por la que prefiere no hablar con quien no conoce: parece una pérdida de tiempo ver una cara que no conoces, oír historias que nunca te importarán, y a continuación dice: "pero siempre se puede hacer excepciones, ¿quién va a darse cuenta si rompo mis reglas y estoy contigo, que igual me haces cambiar de opinión?" y pasa a describir todo lo que pasa por su corazón desde que conoció a esa "extraña".
El fantasma de la ópera es un musical que, confieso, no he podido ver nunca al completo por diversos azares. Tengo prometido un viaje a Londres con mi compañera de fatigas para verla ex profeso. No sé cuándo será, pero tengo la firme intención de conseguirlo. Otra cosa serán los planes que Dios tenga al respecto, porque últimamente me tiene alucinada con las aventuras que me pone por delante.
Gracias a mi bendito trabajo, estoy conociendo cada vez a más "extraños" que terminan haciendo excepciones a esa regla de la canción y, después de todo lo que pasamos juntos, somos hasta amigos.
Dice mi amiga que siempre me ha gustado más el personaje del fantasma, y es cierto: deforme y amargado, pero con una sensibilidad sublime para la música; su corazón estaba hecho de partituras porque sólo a través de ellas se sentía bello; la belleza de su voz y de sus canciones era lo más importante que tenía; conseguir que Cristina aprendiera a cantar como sólo él podía enseñarle era su más alta meta, porque cuando el amor es verdadero se ansía el éxito del otro, que alcance a ser todo lo que pueda llegar a ser, aunque para eso el "perdedor" (el fantasma) quede tan en segundo plano que acabe perdiendo al amor de su vida.
En un mundo en el que prima la belleza de la superficie, se desprecia la belleza de lo profundo del alma; la música puede conseguir arrancar lágrimas de alguien que de verdad es capaz de sentirla y de vivirla. He escuchado canciones que me han hecho llorar de emoción por lo bello de la voz y la melodía que entonaba; a veces es la letra, verdaderos poemas que tocan el corazón y te hacen alcanzar el cielo palabra a palabra...
No hablo con extraños... sigue la canción, pero ahora, deseándote con locura, necesito todos los peligros de mala manera, y termina: "Quiero hablar con una extraña esta noche".
El fantasma de la ópera es un musical que, confieso, no he podido ver nunca al completo por diversos azares. Tengo prometido un viaje a Londres con mi compañera de fatigas para verla ex profeso. No sé cuándo será, pero tengo la firme intención de conseguirlo. Otra cosa serán los planes que Dios tenga al respecto, porque últimamente me tiene alucinada con las aventuras que me pone por delante.
Gracias a mi bendito trabajo, estoy conociendo cada vez a más "extraños" que terminan haciendo excepciones a esa regla de la canción y, después de todo lo que pasamos juntos, somos hasta amigos.
Dice mi amiga que siempre me ha gustado más el personaje del fantasma, y es cierto: deforme y amargado, pero con una sensibilidad sublime para la música; su corazón estaba hecho de partituras porque sólo a través de ellas se sentía bello; la belleza de su voz y de sus canciones era lo más importante que tenía; conseguir que Cristina aprendiera a cantar como sólo él podía enseñarle era su más alta meta, porque cuando el amor es verdadero se ansía el éxito del otro, que alcance a ser todo lo que pueda llegar a ser, aunque para eso el "perdedor" (el fantasma) quede tan en segundo plano que acabe perdiendo al amor de su vida.
En un mundo en el que prima la belleza de la superficie, se desprecia la belleza de lo profundo del alma; la música puede conseguir arrancar lágrimas de alguien que de verdad es capaz de sentirla y de vivirla. He escuchado canciones que me han hecho llorar de emoción por lo bello de la voz y la melodía que entonaba; a veces es la letra, verdaderos poemas que tocan el corazón y te hacen alcanzar el cielo palabra a palabra...
No hablo con extraños... sigue la canción, pero ahora, deseándote con locura, necesito todos los peligros de mala manera, y termina: "Quiero hablar con una extraña esta noche".
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