...y él me mira

"Yo lo miro y Él me mira", así se explicaba un pobre campesino con el santo Cura de Ars cuando éste le preguntó cómo era su oración. Así de sencillo: y es que la oración no es nada complicado, todo lo contrario. Es "estar con alguien que sabemos que nos ama", y eso todos lo hemos experimentado, lo experimentamos cada día, porque siempre hay alguien al lado que sabemos que nos quiere, que no necesita de grandes frases o de grandilocuentes retruécanos para darse cuenta de cómo le queremos. La máxima expresión del amor entre dos personas es la simple mirada, sí, ésa que grita un "te amo" que nos llena el alma, esa mirada que todos hemos visto alguna vez en alguien, esa mirada que, cuando sabemos que nos dice la verdad, hace que se pare el tiempo y convierte en eterno ese instante, cuando el mundo no existe y sólo estamos tú y yo, y el amor que nos envuelve y nos llena por todos lados, y se nos rebosa y nos rebasa, y nos plenifica tanto.... que no podemos hacer otra cosa que esparcirlo por todas partes y contar a todo el mundo que sí, que existe, que el Amor es verdad y yo lo he encontrado, y, lo más importante, Él me ha encontrado a mí.
¡Cuánto amor condensado en un instante, que explota como el big bang y se expande por el universo!
"Yo lo miro y Él me mira": ¿hay algo más hermoso que unos ojos enamorados? ¿hay mayor prueba de amor que la transparencia de una mirada así?
Decía el Papa Benedicto XVI en su encíclica Spe salvi (n. 47), que a la hora del juicio final, ese momento que todos pensamos será horroroso porque somos muy poco misericordiosos entre nosotros y pensamos que Dios actuará como un hombre, cuando en realidad no será así; ese "dies irae, dies illa", cada uno tendremos que hacer frente a la mirada misericordiosa de Cristo, que se clavará en nosotros, y sólo con eso ya llevaremos bastante, porque en ese momento nos daremos cuenta del barro de que estamos hechos, de todas las veces que pudimos amar y no amamos, del bien que dejamos de hacer (que será mucho más que el mal que hayamos podido hacer), y será de tal calibre el amor que habrá en su mirada que caeremos rendidos ante el fuego purificador de sus ojos, como Pedro aquella noche en que lo negó, o Tomás, "¡Señor mío y Dios mío!", ¿cómo será esa mirada final?
Estamos enfilando la recta final de la Cuaresma, ya mismo estarán los pitos y tambores sonando por nuestras calles, ¡todos a ver procesiones! ¡todos a ponerse las mejores galas! ¿también todos a las celebraciones en la parroquia? Espero que sí, porque ahí es donde de verdad nosotros le miraremos y Él nos podrá mirar, arrobado, a nosotros.
Buena y Santa Semana para todos y, si no nos leemos antes, ¡Feliz Pascua!

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