Hermandad

Tranquilos, que no me voy a poner a hablar de hermandades y cofradías; no, la cosa no va por ahí. Va por otros derroteros, más relacionados con lo que significa la palabra, pura y simple.
Resulta que las mejores cosas son las que no se planean, y así lo digo después de muchos años de vida y de experiencia en planes fracasados. No hace mucho tiempo, un buen amigo y esta que ahora mismo escribe decidimos que ya hacía mucho tiempo que nuestro bendito grupo no tenía una reunión como Dios manda y nuestros propios estatutos no escritos ordenan. Así que, whatsapp en mano, fijamos fecha y hora para una comida fraterna en vísperas del Triduo Pascual que comenzaremos mañana, si Dios quiere.
Y hoy ha sido la reunión, una hermosa y fraterna reunión de amigos, con la única intención de pasar un estupendo rato juntos, ponernos al día y compartir mesa, vino y risas. En honor a la verdad, debo decir que nuestro grupo, hasta ahora de siete personas, se ha visto incrementado -y gratamente, añado- con una personita más. Una preciosa criatura, hija de una integrante del grupo, se ha incorporado a nuestras reuniones, dando muestra de una excelente educación y de una inteligencia más de mujer experimentada que de criatura en proceso de crecimiento. ¡Jesús, vaya mujercita!
Además, como somos todos unos "disfrutones", hemos disfrutado, valga la redundancia, de unas magníficas viandas gracias a Paco, el chef de "La Capilla", un nuevo restaurante abierto en mi barrio de San Ildefonso, en Jaén. La comida ha sido francamente espléndida, así como los vinos que hemos degustado con ella. Para poner la guinda, el propio Paco se ha venido a hablar con nosotros de sus proyectos y de la ilusión que pone en lo que hace, y que siempre redunda en beneficio de los comensales.
Mientras estábamos comiendo, el único varón presente en el grupo (féminas 4, varones 1), ha interrumpido la conversación al grito de "esto tengo que decirlo ahora mismo o reviento", y nos ha soltado un "chicas, tengo que decir que ahora mismo estoy en la gloria". ¡Y era verdad! Hemos conseguido crear de nuevo el ambiente de familia que nos caracteriza en cada comida que organizamos: distendido, agradable, risueño, abierto, afable... en definitiva, de hermandad; de hermanos que, aunque tarden tiempo, cuando se reúnen parece que no ha pasado más de un rato sin verse. Donde reina el cariño, donde nos aceptamos todos tal como somos y así nos expresamos sin problema, donde no pasa nada si de repente alguno muestra su cariño hacia otro (que nadie se me escandalice, que tenemos todos las ideas muy claras en estos temas) y donde, principalmente, nos queremos y se nos nota.
Una reunión de "Benditas cenas" es como un oasis en el estrés de cada día, entre los papeles de los despachos, las reuniones de padres en el cole, tantas cosas que nos ocupan tiempo y nos roban vida. Cada vez que nos reunimos, se para el tiempo y conseguimos cargar pilas todos juntos, animarnos, darnos esa palmada en el hombro que todos necesitamos para saber que no estamos solos, que ellos están detrás, respaldándonos. Hoy ha sido en un restaurante que, si Dios quiere, volveremos a visitar. Después, algunos nos hemos ido a tomar unas copillas por ahí y también hemos encontrado un sitio de amigos, "un rincón de la amistad" lo ha llamado la peque del grupo. Han sido una horas que valen por un mundo, que me hacen dar gracias a Dios por el regalo de la amistad, por esos hermanos que me he ido encontrando por el camino y que me ayudan a querer ser mejor persona y a hacer lo posible por conseguirlo. Gracias, chicos, os quiero.

Comentarios

Entradas populares