Amistades

Cosa extraña la amistad. No lo digo como crítica, sino como admiración; porque es una relación entre dos personas en las que, paradójicamente, hay casi más sinceridad y más aceptación mutua que en un matrimonio. Cuando un amigo lo es de verdad, puede decirnos verdades como puños y no nos sientan tan mal como si nos lo dice nuestro marido o nuestra mujer. ¡Misterios de la vida!
Un amigo puede pasarse mucho tiempo sin dar señales de vida, podemos acordarnos de él e incluso llamarle o ponerle algún mensaje; si no contesta, no pasa nada, no le damos más importancia o sencillamente le llamamos para saber si está bien, y lo hacemos sin enfados, sin intentos de controlar su vida o sus porqués para actuar de esa manera.
Con un amigo quedamos para salir de cañas y nos reímos lo más grande; si salimos con nuestro marido o nuestra mujer, también podemos -y debemos- reírnos, pero la conversación siempre girará en torno a la casa, los hijos, el trabajo, las suegras, etc. y eso muchas veces tiene poco humor.
He tenido la experiencia de hablar con sinceridad y, en apariencia, perder la amistad por haber dicho la verdad. Sin embargo, al cabo del tiempo esa relación ha vuelto a aflorar como hacía el Guadiana por aquel accidente geográfico que estudiábamos en la extinta EGB. Al cabo de los años sin tener contacto, una llamada y como si nos hubiéramos visto el día de antes.
También hay amigos que son como "agujeros negros", a los que todos los mensajes, llamadas, correos electrónicos y cualquier otra clase de comunicación que les envíes, se pierden en la noche de los tiempos, como si fueran absorbidas en el espacio y ésa fuera la razón por la que jamás contestan a lo que les dices, a no ser que se trate de algo verdaderamente importante para ellos. Sin embargo, no por ello se echa a perder la amistad, ya que -como decía antes- un amigo acepta con más facilidad y naturalidad el modo de ser del otro, no echa cuentas con lápiz y papel al "me has dicho" o "no me has dicho".
Cosa extraña y gran cosa la amistad, porque ese auténtico desinterés que muestra un amigo de verdad es la base de la longevidad en una relación. Es el querer al otro sin esperar nada a cambio, literal y cierto. En mi trabajo oigo muchas veces: "No quise avisarle porque no quería perder la amistad". Perdone usted, pero eso no es ser amigo, porque si el otro se entera de que usted ya sabía que se iba a dar un leñazo importante, y no le avisó, igual sí que pierde de verdad la amistad. Si le hubiera avisado, es posible que hubieran terminado enfadados pero, a la larga, después del desastre, le habrían dado las gracias y esa amistad sería más fuerte aún.
Dice la Biblia que quien tiene un amigo tiene un tesoro, y así es. Yo doy gracias a Dios porque tengo más de uno, no muchos, pero los que son, son de los buenos.

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