Feliz Navidad

Pues sí, otra felicitación más. En estos últimos tres días se agolpan todas las que aún no habían llegado, de todas formas y con todo tipo de portadas, unas laicas y a veces de difícil interpretación, otras, gracias a Dios las más, con escenas del Portal de Belén.
Sin embargo, esta mi felicitación no es para sólo para quienes lean este blog. Quiero felicitar desde lo más hondo de mi alma a varias personas:
Primero, a María de Nazaret, esa joven que, con una fe que ya la querría para mí, dijo "hágase" aquel día que el ángel Gabriel le anunció los planes que Dios tenía para ella. Sólo ella vivió de verdad un Adviento de nueve meses, sólo ella esperó como nadie al Hijo de Dios, sólo ella sabía lo que guardaba en su corazón cada vez que su Hijo decía o hacía algo inexplicable para ella. Sólo ella sufrió lo indecible cuando le vio morir en una cruz, tal y como  había anunciado. Y sólo ella tenía la esperanza cierta de que aquello que dijo de resucitar al tercer día, se haría realidad. Ella era la esperanza de los once, escondidos en aquel cenáculo por miedo a lo que les pudiera ocurrir; la esperanza cierta, la esperanza activa del Adviento durante toda la vida, la de estar esperando pero actuando y haciendo lo posible por allanar el camino al Señor. Por esto y por muchísimo más, felicidades, María; Feliz Navidad allá en el cielo.
Segundo, a José; ese joven, enamorado hasta lo más hondo de su futura esposa, que también dio un "sí" incondicional a Dios y aceptó hacer de padre con Jesús de Nazaret. Ese hombre fuerte, porque hay que ser muy fuerte para asumir la noticia que le dio el Ángel y decidir continuar adelante con su promesa de matrimonio con María. Hay que ser muy fuerte para dejar tu vida en manos de Dios, hacer lo que Él diga, aceptar lo que te depare la vida confiado en la mano providente del Señor. Ese hombre del que Dios se fió porque le encomendó lo que más quería: a su propio Hijo y a la madre de éste. A los ojos de sus paisanos era el padre de Jesús, quien le enseñó el oficio y seguro que también pasó muy buenos ratos jugando con él. También porque fue testigo privilegiado de esa vida oculta de Jesús que hoy desconocemos, felicidades José. Feliz Navidad eterna con María y con Jesús.
Por último, a Jesús: sí, al Niño cuyo nacimiento celebramos. ¿Por qué? Pues porque sí, porque nos demostró la realidad del amor verdadero, que puede existir y que de hecho existe. Porque él vivió y se crió en ese amor verdadero que existía entre María y José; Jesús fue testigo privilegiado de esa relación de amor sin fisuras, sin condiciones, sin intereses. Precisamente el amor humano que es imagen del divino y que nos hace ver que si se quiere, se puede conseguir. Jesús es el rostro de la misericordia de Dios, dice el Papa Francisco, y es verdad porque sólo quien es pura misericordia pudo decidir nacer pobre y desvalido, como todos los recién nacidos del mundo: desnudos y sin nada. Sólo la Misericordia se pudo encarnar en las misericordiosas entrañas de la humilde María; sólo la Misericordia pudo aprender a ser carpintero con el misercordioso corazón de José. Un corazón humilde, eso es la misericordia (ése es el significado literal de la palabra); no hace falta nada más para que Dios habite en nuestro corazón; Él no pide nada más, ni nada menos. Felicidades, Jesús, porque tuviste una familia en la tierra llena de amor del bueno.
Por último, feliz Navidad para todos los que lean esta entrada de blog; felicidades porque hemos conocido que el Amor se hizo hombre y habitó entre nosotros; porque los que lo vivimos cada instante de nuestra vida, sabemos que es así y que, si queremos, podemos hacer que reine la paz de verdad en el mundo, comenzando por los que tenemos más cerca. Sí, el prójimo no es el que vive en tierra de misión, sino el que vive con nosotros en casa, el vecino, el compañero de trabajo...
Feliz Navidad y que Dios-Amor-Misericordia nos bendiga a todos.

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