El llanto de Raquel

Hoy es el día de los Santos Inocentes. Aunque la gente lo asocie a gastar bromas de más o menos gracia o buen gusto, lo que se conmemora no es precisamente gracioso: la matanza de los inocentes, niños menores de dos años, que Herodes ordenó para quitar de en medio a ese rey de los judíos que decían que había nacido en Belén. En el Evangelio que se proclama hoy se dice: "un grito se oye en Ramá, llantos y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven."
Cuánto sufrimiento aquel día de tantas madres que perdieron a sus hijos pequeños por el egoísmo sin sentido de un déspota. Cuánto sufrimiento antes, en Egipto, cuando un faraón hizo lo mismo para acabar con el presunto liberador de Israel... Y a ninguno le dio resultado el plan. Los niños murieron fueron mártires, que murieron por causa de la liberación de Israel en Egipto, y por Jesús, en el año 0 de nuestra era.
También hoy hay un grito silencioso que se eleva por todo el mundo: el grito de tantísimos niños que no llegan a nacer, víctimas también de la sinrazón y de la manipulación de muchas madres, a las que se les hace ver como única solución no dejar que vean la luz y consienten que den muerte a sus hijos en el lugar donde, en teoría, están más protegidos: el seno materno. Sí. Estoy hablando del aborto, palabra que viene directamente del latín y que significa: no-nacer. Se evita el nacimiento de la única manera posible: matando al niño antes (o incluso justo en el momento) de nacer.
No me voy a poner maniquea. No. Lo único que quiero hacer hoy es hablar por ellos, por esos niños que están en el cielo, junto a Jesús ("Dejad que los niños se acerquen a mí", ¿recuerdan?) y también decir que se puede evitar tanta muerte con la verdad. La verdad de que un aborto es algo antinatural; la verdad de que si ayudamos a las madres, ellas tendrán a sus hijos por peores que puedan ser las perspectivas; la verdad de que la educación para la vida es fundamental hoy; la verdad de que la vida se aprende en familia, dejando atrás egoísmos y aprendiendo que la renuncia forma parte del amor y aleja el egoísmo de las personas. Sí. Porque la base está en el egoísmo: no me viene bien, ahora no puede ser, prefiero esperar y vivir antes.... Y luego, cuando ya se ha vivido todo lo vivible, resulta que, a lo mejor, no es tan fácil traer un hijo al mundo y recurrimos a los artificios.
Raquel lloró por sus hijos, sin consuelo, porque ya no vivían. Hoy sigue llorando porque muchos niños siguen muriendo sin poder defenderse, porque no pueden ver la luz en un mundo que les niega la vida.

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