De profundis
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz,
no me dejes de tu mano
porque el mundo se ha vuelto loco,
porque la sinrazón habita en los corazones de los hombres
y han perdido el sentido de la existencia.
No me alejes tu rostro, Señor,
Míranos, que te llamamos.
Cambia el corazón de los malvados,
de los que tienen el odio y el rencor por bandera,
de los que valoran en nada al que piensa distinto
o cree en un Dios que no es el suyo.
Libéralos del mal que les corroe por dentro,
dales un corazón de carne,
Tú que eres omnipotente,
tú que eres Amor sin límite, enséñales a amar;
tú que eres la Verdad, ábreles el entendimiento;
tú que eres el Camino, sé su brújula;
tú que eres la Vida, aleja su pensamiento de la muerte.
Sólo Tú eres nuestra esperanza, Señor de vivos;
Sólo en Ti encontramos la verdadera belleza,
Sólo en Ti se halla nuestro reposo, nuestra paz,
la calma que permite nuestra existencia en paz,
Óyeme, Señor, que te llamo,
que insisto, que pido y vuelvo a pedirte
una y otra vez, por siempre y para siempre:
Libéranos de la esclavitud de la guerra,
Enséñanos el camino de la paz,
Conforta a los que han caído
y danos tu misericordia.
Amén.
no me dejes de tu mano
porque el mundo se ha vuelto loco,
porque la sinrazón habita en los corazones de los hombres
y han perdido el sentido de la existencia.
No me alejes tu rostro, Señor,
Míranos, que te llamamos.
Cambia el corazón de los malvados,
de los que tienen el odio y el rencor por bandera,
de los que valoran en nada al que piensa distinto
o cree en un Dios que no es el suyo.
Libéralos del mal que les corroe por dentro,
dales un corazón de carne,
Tú que eres omnipotente,
tú que eres Amor sin límite, enséñales a amar;
tú que eres la Verdad, ábreles el entendimiento;
tú que eres el Camino, sé su brújula;
tú que eres la Vida, aleja su pensamiento de la muerte.
Sólo Tú eres nuestra esperanza, Señor de vivos;
Sólo en Ti encontramos la verdadera belleza,
Sólo en Ti se halla nuestro reposo, nuestra paz,
la calma que permite nuestra existencia en paz,
Óyeme, Señor, que te llamo,
que insisto, que pido y vuelvo a pedirte
una y otra vez, por siempre y para siempre:
Libéranos de la esclavitud de la guerra,
Enséñanos el camino de la paz,
Conforta a los que han caído
y danos tu misericordia.
Amén.
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