Que crea en Dios
Se jubila mi obispo. Sí, cosas de la edad, que a todos nos ha de tocar algún día -al menos, eso espero, jubilarme algún día-. No pocos amigos me han preguntado cómo me gustaría que fuera el nuevo y a todos les he contestado lo mismo: "Sólo pido que crea en Dios". La consecuencia más habitual es que se echen a reír, ¿cómo no va un obispo a creer en Dios?. Pero la frase tiene mucho más calado del que aparenta.
Porque creer en Dios significa amarle sobre todas las cosas y aceptar su voluntad en uno mismo. Por lo tanto, se lo pensará dos veces antes de ser soberbio.
Porque creer en Dios significa también sentir su misericordia actuando sobre uno mismo, darse cuenta de lo poco que somos y que, a pesar de ser tan poco, Dios nos quiere con locura. Por lo tanto, sabrá ser misericordioso con los demás y ser un verdadero padre para su Diócesis.
Porque creer en Dios significa también saber que Él es Padre y, por tanto, podrá ejercer de padre y de guía -pastor- de todos sus diocesanos.
Porque creer en Dios significa reconocer humildemente el don de su vocación sacerdotal y, por tanto, cuidará y mimará cada Eucaristía que celebre, porque en cada una hará que Cristo acuda y se haga presente en el pan y el vino.
Porque creer en Dios significa saber que el Espíritu Santo será quien le asesore directa y principalmente, y este "asesor" sólo acude cuando se le invoca de verdad y desde el corazón. Por lo tanto, sabrá que necesita rezar cada día tanto o más que respirar, porque la oración es como el aire para los que creen en Dios.
Porque creer en Dios significa saber que si no nos hacemos como niños no comprenderemos de verdad en qué consiste el Reino de Dios: por lo tanto, será capaz de admirarse ante las maravillas que Dios hace cada día a su alrededor y dará gracias por ello.
Porque creer en Dios significa, en definitiva, saber que toda nuestra vida y todo lo que hacemos depende de Él. Por lo tanto, será consciente de que está de paso y no "se le subirá a la cabeza" el encargo que reciba de pastorear al pueblo de Dios que forma la Diócesis. Sabrá ser un verdadero padre misericordioso con todos sus colaboradores más directos, los sacerdotes, a los que deberá ayudar, dirigir y también, cómo no, corregir de vez en cuando; pero todo ello lo hará -si cree en Dios- desde la humildad y la oración confiada a Dios Padre.
Porque creer en Dios significa, por último, que tendrá a María como madre e intercesora ante Dios y su Hijo Jesucristo. Sabrá hablar con ella, poner en sus manos determinados asuntos y, por supuesto, encomendarse para que sepa ser padre y madre con los cristianos que seremos encomendados a su ministerio. María es la que mejor puede enseñar la ternura, la capacidad de sacrificio y la mano izquierda que tienen todas las madres.
¿Qué deseo para el próximo obispo?
Pues, qué va a ser, que crea en Dios.
Porque creer en Dios significa amarle sobre todas las cosas y aceptar su voluntad en uno mismo. Por lo tanto, se lo pensará dos veces antes de ser soberbio.
Porque creer en Dios significa también sentir su misericordia actuando sobre uno mismo, darse cuenta de lo poco que somos y que, a pesar de ser tan poco, Dios nos quiere con locura. Por lo tanto, sabrá ser misericordioso con los demás y ser un verdadero padre para su Diócesis.
Porque creer en Dios significa también saber que Él es Padre y, por tanto, podrá ejercer de padre y de guía -pastor- de todos sus diocesanos.
Porque creer en Dios significa reconocer humildemente el don de su vocación sacerdotal y, por tanto, cuidará y mimará cada Eucaristía que celebre, porque en cada una hará que Cristo acuda y se haga presente en el pan y el vino.
Porque creer en Dios significa saber que el Espíritu Santo será quien le asesore directa y principalmente, y este "asesor" sólo acude cuando se le invoca de verdad y desde el corazón. Por lo tanto, sabrá que necesita rezar cada día tanto o más que respirar, porque la oración es como el aire para los que creen en Dios.
Porque creer en Dios significa saber que si no nos hacemos como niños no comprenderemos de verdad en qué consiste el Reino de Dios: por lo tanto, será capaz de admirarse ante las maravillas que Dios hace cada día a su alrededor y dará gracias por ello.
Porque creer en Dios significa, en definitiva, saber que toda nuestra vida y todo lo que hacemos depende de Él. Por lo tanto, será consciente de que está de paso y no "se le subirá a la cabeza" el encargo que reciba de pastorear al pueblo de Dios que forma la Diócesis. Sabrá ser un verdadero padre misericordioso con todos sus colaboradores más directos, los sacerdotes, a los que deberá ayudar, dirigir y también, cómo no, corregir de vez en cuando; pero todo ello lo hará -si cree en Dios- desde la humildad y la oración confiada a Dios Padre.
Porque creer en Dios significa, por último, que tendrá a María como madre e intercesora ante Dios y su Hijo Jesucristo. Sabrá hablar con ella, poner en sus manos determinados asuntos y, por supuesto, encomendarse para que sepa ser padre y madre con los cristianos que seremos encomendados a su ministerio. María es la que mejor puede enseñar la ternura, la capacidad de sacrificio y la mano izquierda que tienen todas las madres.
¿Qué deseo para el próximo obispo?
Pues, qué va a ser, que crea en Dios.
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