Sin vuelta atrás

Ya hemos pasado el "punto de no retorno". Me refiero a la reforma que estoy haciendo en mi casa: hemos llegado a ese momento en que no sólo no hay vuelta atrás, sino que estamos en mitad del río, con el agua por el pecho y luchando para llegar a la otra orilla a la que, aunque cercana, no hemos llegado todavía. Con esfuerzo, sudores y mucha fuerza intentamos que no nos lleve la corriente y así poder alcanzar la meta fijada.
Buena metáfora de la vida, sobre todo a los que ya vamos por la mitad: si miramos adelante, aún queda mucho trecho inexplorado y lleno de misterios; si miramos atrás corremos el riesgo de convertirnos, como la mujer de Lot, en estatua de sal, petrificados ante la visión de lo que ha sido nuestra vida hasta ahora; también corremos el riesgo de perder la concentración y que la corriente nos arrastre y el río nos dé un buen vapuleo, posibilidad de ahogamiento incluida. Y este arrastrarnos de la corriente puede ser con o sin nuestro permiso, porque a veces nos cansamos de tanto luchar en la vida y decidimos que salga el sol por donde quiera, que ya no lucho más, que estoy cansado de intentar hacer las cosas para que me salgan siempre mal, porque todo me tiene que tocar a mí, porque tengo muy mala suerte, porque no consigo nada de lo que me propongo... y así hasta el infinito de las frases pesimistas y negativas.
Personalmente, creo que esta última opción es la peor de las posibles porque implica desilusión y enfado con el mundo, y las cosas que hacemos o las decisiones que tomamos mientras estamos obcecados por cualquier tema, no suelen ser buenas y sus resultados aún lo son menos.
Creo que siempre tenemos que mirar hacia adelante, porque aún quedan muchas cosas por pasar (buenas y malas) y de todas podemos sacar siempre una buena enseñanza para el futuro. Las actitudes negativas están en nosotros en mayor o menor medida, pero depende de cada uno el darles alas para que se erijan en dueñas y señoras de nuestra vida. La vida es demasiado corta como para amargársela uno mismo, no se trata de ser optimistas sin sesos, ni de vivir en un mundo de fantasía. Se trata de mirar hacia arriba con los pies en el suelo, poniendo nuestros asuntos en manos de Dios, que hace las cosas ni antes, ni después, sino en el momento justo (aunque, como siempre, nuestro tiempo nunca coincida con el suyo; de hecho, cuando así sucede nos damos cuenta de que en realidad tenía que ser así) y de que no teníamos razón para perder la paciencia o la esperanza en aquel instante.
La vida no tiene vuelta atrás, el pasado no tiene modificación posible y ya no existe, el futuro aún no ha llegado y tampoco existe, la vida es eso que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes.

Comentarios

Entradas populares