Banda sonora

Una de las razones por las que creo que Dios existe es por la música. El talento que tienen los compositores para crear de la nada melodías que lleguen al corazón no puede ser fruto del azar al componer una cadena de ADN. No. Llegar hasta lo más profundo del corazón de una persona con una sucesión de notas perfectamente alineadas y con un ritmo preciso, eso es un don de Dios. La música es capaz de hacer que se nos erice el cogote, que la emoción inunde nuestros ojos, o que estemos ante la banda sonora de ese día en el descubrimos que estamos ante la persona con la que queremos compartir el resto de nuestra vida, nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
Decía una frase que leí en mi juventud: "La vida sin música sería un error". Y creo que es cierto, porque la música forma parte de todos aquellos recuerdos que pueblan nuestro pasado y que llenan nuestro presente. Igual que hay olores que nos traen no sólo recuerdos, sino sentimientos, con la música ocurre igual y podemos transportarnos al momento concreto, llegando a recordar también colores, olores e incluso sabores o sentimientos vividos.
Confieso que la música es una de mis pasiones: adoro cantar. Me paso el día entre tarareos y trabajo con banda sonora en mi despacho desde que enciendo el ordenador. La música contribuye al buen humor, al buen ambiente en el trabajo y es algo que tengo comprobado. Cuando alguien acude al despacho y viene nervioso, siempre se relaja antes si tengo puesta música (sin letra o en inglés, que viene a ser lo mismo para el común de los españoles). Incluso si alguien entra con el cable un poco cruzado -o del todo- se tranquiliza, supongo que por aquello de que "la música amansa a las fieras". Aunque, también tengo que decirlo, que a veces "llega el sordo y se acaba el concierto", pero, gracias a Dios, esto ocurre con muy poca frecuencia.
La vida sin música sería un error, porque la película de nuestra vida necesita una banda sonora que acompañe a todos y cada uno de los acontecimientos que en ella nos van sucediendo; y también es bueno de vez en cuando desempolvar aquella música que oíamos tiempo atrás para esbozar una sonrisa con visos de nostalgia y soltar un gran suspiro con un "¡ah! ¡qué tiempos aquellos!", aunque sepamos que no van a volver, pero gusta recordarlos porque fueron buenos o, también, porque "fueron" y no volverán.

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