Dos palabras

Tan sólo dos, nada más ¡y nada menos! Dos que pueden componer un universo, que pueden tejer un gran, hermoso e ilusionante tapiz; dos palabras que, combinadas con otras dos, provocan el big bang de los sentimientos, del gozo, de la alegría inmensa que supone saberse, conocerse, sentirse y gozarse en el amor más profundo que puede existir, pero que es tan sólo reflejo de uno aún mayor, de una supernova de infinito, verdadero y absolutamente puro amor, un amor como jamás podremos sentir, vivir ni gozar; un amor sin filtros, sin el velo que nuestra caducidad, nuestra mortalidad y nuestra terrenalidad nos imponen a sentidos y percepción.
Ese Amor por el que existimos, por el que una vez aparecimos en este mundo y que fue la encarnación, el fruto palpable, el producto de esas dos palabras que una vez intercambiaron nuestros padres. Gracias al amor humano, podemos conocer el Amor divino, esa gran historia que Dios Padre se inventó y puso en práctica: nos regaló un mundo entero para cuidarlo, unos dones específicos a cada uno para ponerlos al servicio de los demás y, lo más importante, una capacidad inmensa de amar a los demás, porque -como leí hace poco- el corazón se ensancha con cada latido por el otro, haciéndose más grande según más nos entregamos a los demás. Mientras más amo, más capacidad tengo de hacerlo, más ganas tengo de hacerlo, más fácil resulta servir a los demás, porque ésa es la grandeza del regalo de Dios que es el amor: sólo desde el servicio y desde la humildad, desde la entrega desinteresada a los demás se puede alcanzar el gozo, la paz y la felicidad completa, porque es entonces cuando estamos en las manos de Dios y Él se ocupa de darnos lo que necesitamos en cada momento, porque nos conoce como sólo Él es capaz de hacerlo y en cada momento tiene preparado lo que nos hace falta, sea lo que sea, para que así podamos dedicarnos sólo a amar a los demás, que en definitiva es de lo que se trata.
A estas alturas de la película, después de todo lo que llevo guardado en mi mochila particular, esas dos palabras dichas, sentidas y vividas desde lo más profundo del corazón son lo que puedo decir, como una acción de gracias que abarca mi pasado, mi presente y mi futuro, gracias a Dios.

Comentarios

Entradas populares