Una mirada atrás
A veces me pregunto cómo empezó todo. Qué fue lo que hizo
surgir ese mirar diferente al otro. Ese darme cuenta de algo que no había visto
hasta entonces pero que, seguramente, siempre había estado ahí; lo único que
ocurría es que yo no me había dado cuenta. Y fue entonces cuando lo vi: era
único, no había nada igual en ninguna otra persona… ¡y me estaba esperando a
mí! Estaba ahí, acurrucado, esperando que yo me diera cuenta de su existencia,
de todo el potencial que tenía por desarrollar. Sólo cuando surge esta
posibilidad de emprender la aventura en compañía del otro, es cuando podemos
atisbar la felicidad que nos espera si continuamos el camino juntos.
Sólo cuando miramos con los ojos abiertos, de par en par,
como haría un niño, con esa enorme capacidad de asombro que poseen, es cuando
de verdad lo vemos: es muy sencillo y al tiempo muy complicado. Ocurre sólo una
vez y en un segundo. Si dejamos pasar la oportunidad, no volverá. Es el
instante mágico en que decidimos apostar por alguien concreto, con lo que fue,
lo que es y lo que será. Ahí es donde reside el secreto: en la elección, en la
decisión de uno mismo, en arriesgarse a que nos conozcan realmente como somos.
El amor nos da miedo porque supone abrirnos al otro, salir de nuestro seguro
caparazón y mostrarnos como somos. Esa postura es muy arriesgada, si queremos
nadar y guardar la ropa al mismo tiempo. Pero también es cierto que nos
perdemos mucho si nos escondemos tras las “seguridades” que nosotros mismos nos
buscamos.
Ese
día, ese día único en el que los dos dimos el salto al vacío que supone confiar
en otra persona, aceptarla como es, aunque la veamos con los ojos abiertos… Ese
día, que para muchos es inolvidable porque supone un gran cambio en la manera
de vivir, es el primero del resto de nuestra vida. Precisamente por eso es
digno de recordar de vez en cuando, simplemente para que no olvidemos de dónde
venimos y, ¿por qué no? también para alegrarnos la memoria al acordarnos de
aquellos tiempos, pero con los pies en el suelo y sabiendo que el pasado ya no
existe y que no podemos andar mirando atrás porque terminaremos tropezando y
cayendo al suelo. El pasado es la experiencia que tenemos para caminar juntos, mirando los dos al futuro. ¿Existe
alguna aventura mejor que aprender los dos al mismo tiempo?
Comentarios
Publicar un comentario