El cacharrito

Desde hace algo más de una semana tengo que dejar mi huella en el trabajo, literalmente. Resulta que ahora tenemos que fichar poniendo el dedo en un chisme que, si está de buenas, te deja pasar. Hay que poner el dedo a la entrada y a la salida, por ahora, aunque -según la gaceta ilustrada, o sea el portero- no se descarta la posibilidad de darnos una serie de códigos para, en función del motivo de la salida, introducirlos a la vez que se pone el dedo tantas veces como se salga o entre en el edificio (al final, moveremos de su órbita a la estación espacial internacional, ya lo estoy viendo venir).
Buscando el lado positivo a la historia, resulta que ahora tenemos un lugar de encuentro, reunión y esparcimiento para los trabajadores: alrededor de la maquinita a la entrada y a la salida del trabajo. Un guión medianamente aceptable y divertido y una cámara encima del chirimbolo en cuestión, y podríamos hacer una versión bastante buena de aquel "Camera café" que ponían en la tele en torno a una expendedora de bebidas en una oficina. Las risas estarían aseguradas, porque no sé qué tipo de magnetismo emana de la luz verde del instrumento, que nos pone a todos de una ironía y una retranca que nos partimos de risa cada vez que nos juntamos allí. Para alivio de nuestras penas, el reloj de la cosa va como le da la gana, casi todos los días fichamos antes de hora, mínimo tres minutos. Casualmente, hoy nos hemos encontrado con el administrador y se lo hemos comentado en tono jocoso: "¡pues tomadlos para vacaciones!" ¡Sí, jefe, como usted mande! y ahí nos tienes, anotando los minutos de más que echamos cada mañana para acumularlos a las vacaciones. Así por lo bajo, ya llevo casi media hora... ¡qué ilusión. media hora más de vacaciones!
Ahora ya en serio, no creo que este tipo de medidas redunde en beneficio de la empresa porque no ayuda a la buena disposición del trabajador, que se siente no ya fiscalizado, sino que no goza de la confianza de la empresa. En veinticinco años de trabajo, jamás he tenido que fichar hasta ahora y siempre habíamos tenido un horario "humano", porque si había que estar más tiempo se estaba sin más, como servicio gratuito a una empresa que nos trataba bastante bien. Esto no quiere decir que ahora deje de hacerlo yo en concreto, porque no va conmigo esa forma de ser, pero se queda una con cara de ¿ahora me vienes con éstas? cuando ocurre algo así. Pero como mi actitud vital es buscar el lado positivo a las cosas, me quedo con el nuevo lugar de esparcimiento y diversión que se ha inaugurado a la entrada de este mi lugar de trabajo.
¡Qué buenos son nuestros queridos jefes, qué buenos son que nos brindan diversión!

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