No recordéis lo de antaño
Cuando lo conocí, me encandiló su fuerza, su vigor... desde entonces me he declarado siempre fan del profeta Isaías. El título de esta entrada es de él y continúa: "...he aquí que yo lo renuevo: ya está en marcha, ¿no lo reconocéis?" (Is 43, 18-19). Esto es un resumen exacto de mi Pascua: no recordar lo de antaño porque ya pasó, se redujo a cenizas en el fuego de la Vigilia Pascual, donde ardió todo mi mal, todo pesar, toda sombra, toda nube amenazadora. De esa leña de lo viejo nació el fuego nuevo, la Luz de la Pascua, el Paso del Señor que me dio la Vida. "Feliz la culpa que mereció tal Redentor", cantamos en el Pregón Pascual: sí, Cristo murió realmente, bajó a rescatar a los que habían muerto antes de su venida a la tierra, y derribó la frontera que había construido la muerte durante tantos milenios. Los condujo al lugar que Dios tenía preparado desde siempre para todos nosotros, cuando terminemos nuestro camino en esta bendita tierra que él nos prestó desde la Creación para que la gestionáramos y cuidáramos. De eso también se nos pedirá cuentas el día que partamos hacia el Padre.
La novedad que nos trae la Pascua es la certeza de que todos podemos hacer muchísimo a la Luz que nos da Cristo; sólo hay que leerse los Hechos de los Apóstoles para ver que tras la resurrección y las primeras apariciones de Jesús Resucitado a los Apóstoles, ellos comienzan rápidamente a dar testimonio de la Buena Noticia de Jesús Resucitado y de las primeras cosas que hacen es ser misericordiosos con los mismos que ajusticiaron a Jesús: Pedro les dice que, aunque ellos lo llevaron a la muerte, no es su culpa porque en realidad no sabían lo que estaban haciendo (igual que los excusó el mismo Jesús en la cruz, antes de morir). El mensaje de la misericordia infinita del Padre para con nosotros, de que todos podemos estar junto a Dios y ser absolutamente felices con Él para siempre. A cambio, debemos ser sus testigos en Judea, en Samaría, y hasta en los confines del mundo, y, como ayuda, Cristo se queda con nosotros "hasta la consumación de los tiempos" (Mt 28, 20).
La novedad que nos trae la Pascua es la certeza de que todos podemos hacer muchísimo a la Luz que nos da Cristo; sólo hay que leerse los Hechos de los Apóstoles para ver que tras la resurrección y las primeras apariciones de Jesús Resucitado a los Apóstoles, ellos comienzan rápidamente a dar testimonio de la Buena Noticia de Jesús Resucitado y de las primeras cosas que hacen es ser misericordiosos con los mismos que ajusticiaron a Jesús: Pedro les dice que, aunque ellos lo llevaron a la muerte, no es su culpa porque en realidad no sabían lo que estaban haciendo (igual que los excusó el mismo Jesús en la cruz, antes de morir). El mensaje de la misericordia infinita del Padre para con nosotros, de que todos podemos estar junto a Dios y ser absolutamente felices con Él para siempre. A cambio, debemos ser sus testigos en Judea, en Samaría, y hasta en los confines del mundo, y, como ayuda, Cristo se queda con nosotros "hasta la consumación de los tiempos" (Mt 28, 20).
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