La sonrisa

Es algo que no cuesta dinero, pero expresa mucho más que el mejor de los anuncios publicitarios; algo que trasparenta más que la seda más fina y de mejor calidad que podamos conseguir. Me refiero a la sonrisa, ese gesto que se puede definir en pocas palabras, pero que puede significar algo que tardaríamos en explicar mucho tiempo y aun así no alcanzaríamos a describir en toda su grandeza.
La sonrisa lleva impresa en mi rostro desde hace tiempo ya, desde que caí en la cuenta de su amor, de su incondicional e inefable amor por mí. Sentir su calor, su presencia, su mano tendida hacia mí para levantarme o para pasear conmigo, para acompañarme y darme su consejo o su silencioso apoyo en lo bueno y en lo malo, tantas cosas que vivo y comparto con él a lo largo del día que no caben en las líneas de una entrada de blog.
Una sonrisa de paz interior, de calma, de serenidad, de seguridad y de certeza absoluta de su presencia en mi vida, percibida desde largo tiempo atrás, pero hecha patente no hace tanto tiempo, cuando la tempestad cruzó mi vida y él, como hizo hace muchos años con sus asustadizos amigos, la calmó con una sola palabra y mis ojos dijeron entonces, llenos de vergüenza por haberlo negado en no pocas ocasiones: "Señor mío y Dios mío". "¡Qué poca fe tienes!", me susurró con su sonrisa y en mi corazón volvió a ser mediodía con un sol tan radiante que deshizo mis sombras y mis dudas, todo mi pesar se volvió gozo y alegría. Una alegría tan profunda y tan fuerte que no se ha vuelto a ensombrecer desde entonces, por más embates que haya sufrido de la vida desde entonces. De ahí mi sonrisa, no he vuelto a estar triste y creo que no lo volveré a estar nunca más, aunque vendrán tiempos recios (ya se encargará el demonio, no lo dudes) y tendré que erguirme fuerte ante los vientos, apoyada en Él y sujeta de su mano, segura de que así no volveré a zozobrar más.
Nada hay comparable a sentirse querido por alguien, menos aún si ese alguien es Alguien con mayúsculas, si ese Alguien es Dios. Imposible borrar la sonrisa de tu rostro si eres consciente de que Él te quiere y te lleva de la mano o en brazos, según tu circunstancia y tu necesidad.
¡Sonríe, porque Dios te ama!

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