Reconocimientos

Hace unos días viví una experiencia que, creo, no repetiré: en mi querido trabajo me hicieron una "fiesta sorpresa" en la que a una compañera y a mí nos dieron las gracias por 25 años de servicio en mi peculiar empresa. Confieso que no me esperaba nada de eso, primero y principalmente, porque a mí no me gusta estar en primera fila de fotos, nunca me ha gustado y para ejemplo, el fotógrafo que contratamos para la boda me tuvo que convencer -y no sin esfuerzo- para hacerme las "fotos de novia".
Pero vamos a la sustancia del tema: 25 años de trabajo son para dar muchas gracias a Dios, y si, además, el trabajo me encanta, es gratificante y me pagan por ello, no sé qué más se puede pedir hoy. Han sido muchísimas experiencias para contar, quizá debería ponerme de una vez a escribir un libro de verdad, porque hay para eso y más. Empecé haciendo fotocopias y pasando a máquina (literalmente, ¡una olivetti de "tracción animal"!) los manuscritos que me iban pasando. Cuando llegó la primera Navidad en el trabajo, hubo que hacer todas las felicitaciones del jefe con ese mismo medio, ¡y fueron más de 500 que nos hicimos entre mi compañera y yo!
Recuerdo con mucho cariño esos primeros tiempos de trabajo, de aprender todo lo que había que hacer, procesos, trámites, manejo de máquinas electrónicas primero y luego los primeros ordenadores con esos monitores monocromos y sus filtros... ¡qué tiempos!
Si hay algo que he aprendido es que no se termina nunca de aprender: he pasado por varios departamentos hasta llegar al que ahora ocupa mi tiempo y en todos he aprendido mucho, sobre todo de las personas que acuden preguntando o pidiendo asesoramiento, porque en no pocas ocasiones me toca estudiar a mí para poder dar una respuesta adecuada.
En fin, una vez más Dios me sorprendió agradablemente. ¡Bendito sea hoy y por siempre!

Comentarios

Entradas populares