San Jalogüín, ora pro nobis

Es paradójico que para muchas personas que conozco, y que reniegan de todo lo que provenga de los Estados Unidos de Norteamérica, celebrar Halloween sea todo un acontecimiento. Gracias a los medios de comunicación y a la telaraña (o sea web) cibernética, estamos rodeados de este tipo de fiestas que poco tienen que ver no ya con las tradiciones populares de nuestra tierra, sino con el verdadero sentido de esa propia celebración.
La víspera de Todos los Santos (significado real de la palabra Halloween -All Hollows Eve-) era una ocasión no sólo para recordar a los seres queridos que nos dejaron, sino también para rezar por ellos y por las almas de los difuntos. Sin embargo, ahora todo es casquería, disfraces cutres y gores y sustos por doquier, cuando no bromas pesadas de algunos que se pretenden graciosos.
Sería bueno que los católicos recuperáramos esta tradición nuestra (que no sólo se trata de ir al cementerio una vez al año y pagar las flores a millón) y devolviéramos a la fiesta de Todos los Santos su verdadero sentido y esplendor. Se pueden organizar vigilias de oración, incluso hacer una fiesta en honor de los abuelos que ya no están y recordarlos con alegría en familia, dando gracias a Dios por haberlos tenido a nuestro lado y por todas las cosas buenas que aprendimos y disfrutamos con ellos. Creo que quien quiere, puede. ¿Por qué no nosotros?
Una vez oí esta frase y me hizo pensar: "Somos porque fueron y serán porque somos". No está de más ser agradecidos con aquellos que han hecho que seamos lo que somos, porque los pequeños de ahora serán los adultos de mañana.
Una oración por los difuntos, para que gocen de la presencia del Señor.
Que así sea.

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