Carpe diem, quia tempus fugit!

¿Cómo se retoma el curso de una vida?, se pregunta Frodo Bolsón después de volver de mil y una aventuras hasta conseguir que el maléfico anillo de Sauron fuera destruido. Es una excelente pregunta que llevo un tiempo haciéndome y para la que construyo un millón de respuestas, ninguna de las cuales termina de gustarme ni de llenarme...
Creo que no se trata de retomar, sino de recomenzar. La página de mi vida que ahora estoy intentando voltear pesa mucho porque lleva mucho escrito, de bueno y de malo, pero por ahora voy consiguiendo que pese más lo primero. Después de muchos años esa página es enorme, y duele y cuesta pasarla del todo. No obstante, estamos en ello y así seguiremos hasta que lo consiga. No pierdo la fe.
Si algo estoy sacando de positivo de mis circunstancias es la certeza de que el pasado quedó atrás y no se puede cambiar, el futuro aún no ha llegado y no sé cómo vendrá. Sólo queda el presente, el hoy que vivo y que se escurre como la arena entre las manos. Hace nada me estaba levantando de la cama y ya va el día más de mediado... Por ello cada mañana me pongo el día por montera e intento disfrutar de él, de todas las cosas buenas y excelentes que me pasan, de la gente maravillosa que me rodea y que siento que me quiere tal y como soy. ¿Y con lo malo? Eso me sirve para aprender, pero no para amargarme la existencia. Me ha costado aprender esta lección, la más importante de todas: de lo malo es de lo que más se aprende.
Hemos de ser positivos, intentar ver el lado bueno de las cosas que nos ocurren: ¿que se ha ido la luz justo cuando ibas a calentar la comida en el microondas o en la vitrocerámica? ¡Mira qué buena ocasión para coger un mantel a cuadros y montarte un picnic en el comedor con un super bocadillo de jamón o de lo que se te antoje!
Carpe diem! ¡Atrapa el momento! Pero no lo quemes, es muy sensible, trátalo bien y él te devolverá con creces tu bondad. Carpe diem porque el presente es nuestra única realidad. Además, si algo debemos saber y vivir y experimentar los cristianos es que Dios Padre es HOY: para él no existe el tiempo como para nosotros. Él "es el que es", es decir, ni fue, ni será. ES presente hoy, mañana y ayer; y está con nosotros, y nos ama tanto que no podemos abarcar tanto cariño. Y lo hace cada día, con cada amanecer su Gracia sobre nosotros es nueva (no podemos almacenarla, no lo olvidemos), cada abrazo suyo es nuevo, cada sonrisa, cada todo suyo para nosotros es nuevo cada mañana. El otro día oí en una serie de televisión una frase que me emocionó. La pronunciaba un actor que hacía de sacerdote, una especie de versión italiana del Padre Brown: "El amor de Dios es aún más tierno que el beso de María a su Hijo". Y ese Amor ES (presente) siempre así.
¿Qué otra razón necesitamos para ser absolutamente felices más que ésta, que Dios ES Y ESTÁ con nosotros desde que amanece hasta que anochece, haciendo nuevas para nosotros todas las cosas?

Comentarios

Entradas populares